Por RODRIGO SOLARTE – rodrigosolarte27@gmail.com
Cuando los maltratos a los territorios con su gente persisten por tanto tiempo, hasta los sentimientos y conocimientos por la paz necesaria son contradictorios y conflictivos.
A gobiernos comprometidos con la justicia social para ir concretando la esperanza de la paz como el colombiano, primer gobierno del cambio (2022-2026) después de más de medio siglo de conflictos internos armados en las diferentes regiones del país a nombre del pueblo y democracia, el tradicional poder económico y político, abierta o solapadamente le ha declarado la guerra a todo lo que signifique cambio perjudicial a sus intereses económicos de hegemonía sobre comunidades y sociedad.
Entendida la política democrática como la mejor manera ideada para beneficiar a la mayoría de la gente, los intereses de pocos la utilizaron para apoderarse de las riquezas biodiversas de los territorios llegando a incluir los talentos humanos nativos o formados para beneficiar a la sociedad que conforman las familias y ellos mismos. La humana solidaridad espontánea culturalmente, la privatizaron volviéndola egoísta y desinteresada de lo público.
En estos tiempos de convergencias en transición, conciencias liberales por tradición van pasando al progresismo necesario y las conservadoras por ética o moral también lo hacen. Tales cambios en las revoluciones multiculturales pacíficas también incluyen a feligreses religiosos considerados dogmáticos por las bases de pensamientos iniciales y persistentes que hayan tenido.
Los ya tradicionales análisis por extracción de clase y posición ante lo que sucede en las comunidades y sociedad, continúan ayudando a interpretar lo sucedido en la historia de las también tradicionales visiones del ser o haber sido ser humano, consciente o inconscientemente actuando en lo político como de izquierda o de derecha, radical o moderada.
El centro es considerado más fácilmente en transición, pero los líderes y lideresas de la tradicional manera violenta de resolver conflictos, atizan la respuesta armada mortal que les ha sido útil para imponer sus intereses, incluso a quienes como Constituyente primario o votante en elecciones democráticas, saben por experiencia vivida que la paz es el camino a seguir para poder progresar individual, familiar y colectivamente como país y región.
Por memoria histórica conocemos y entendemos, parcialmente por la complejidad del Ser humanos, los conflictos con los cuales hemos vivido y seguimos existiendo. Historias y testimonios de víctimas y algunos victimarios, son la base cuantitativa y cualitativa de lo que la población continúa conociendo, parcialmente todavía, en la búsqueda de la verdad, que en períodos largos fue utilizada para ocultar la realidad de lo que estaba sucediendo, argumentando que solo eliminando al contrario física y espiritualmente podría resolverse el conflicto nacional, regional o local.
Gracias a gobiernos progresistas centrados en la vida, los justos derechos y deberes, la justicia indispensable y el diálogo sincero para llegar a acuerdos cumplibles al corto, mediano y largo tiempo por factores económicos que deben ser también de público conocimiento, se va recuperando la confianza, factor humano que también la oposición a los cambios torpedea de diferentes maneras, una de ellas con los periodistas a sueldo que se acostumbraron como sus patrones, a vivir de esa manera.
Siendo la guerra o la paz construcciones humanas mediadas por la economía con la riqueza biodiversa de los territorios, El Cauca con las riquezas en poder del pueblo para aprovecharlas con el trabajo y beneficio de las mayorías, va con su gente, Instituciones y gobernantes, desde el centro hasta las periferia, asumiendo los métodos pacíficos y de defensa de la población civil con sus líderes y lideresas para esta revolución multicultural en marcha, asediados por quienes se acostumbraron a vivir de la corrupción, las violencias , la guerra y la muerte.
