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Nostalgias del primero de mayo

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Por: Harold Mosquera Rivas

Desde el año 2011, el primero de mayo es para mi familia un día de nostalgia, pues en ese año, a las 7 de la mañana, víctima de un infarto, terminó la existencia de doña María Pascuala Rivas de Mosquera, mi señora madre. Mientras los trabajadores de todo el mundo marchaban como de costumbre, reclamando sus derechos, en medio del más profundo de los dolores, jamás sufrido, realizábamos los trámites administrativos y contractuales necesarios para poder darle cristiana sepultura a doña María. Aún recuerdo el momento de abrir su armario y extraer el vestido que ella había elegido para su viaje sin retorno. Desde ese día, la vida ya nunca fue igual, pues cada cena en la casa paterna, cada día de la madre, cada 24 y 31 de diciembre y por supuesto, cada día del trabajo, son lugares comunes para recordarla, repetir sus anécdotas y agradecerle por su humilde, pero valioso aporte como matrona de una familia extendida. De igual manera, este primero de mayo, tiene la nostalgia de marchar sin la presencia física de El Gato, ese personaje contestatario, irreverente y frentero, cuya pancarta yace olvidada, pero sus proclamas seguirán caminando en las voces de todos los marchantes que en coro gritan hasta el infinito. Nostalgia de los nueve militares fallecidos en un trágico accidente ocurrido en Bolívar, que, de no existir el conflicto armado, jamás debió suceder. Nostalgia de los 20 años de ausencia de los niños del colegio Agustiniano de Bogotá, muertos por la negligencia con que se ejecutan las obras públicas en nuestro país. Familias que 4 lustros después aún guardan lágrimas para mitigar el dolor que no se va a extinguir, hasta que se reencuentren en la eternidad con los pequeños. Nostalgia de todos los ex trabajadores de las empresas promotoras de salud despedidos por cuenta de las intervenciones, que llenos de resignación esperan por el día en que se les paguen las acreencias laborales correspondientes a tantos años de trabajo, recibiendo por única respuesta, el silencio y la indolencia de los interventores, como si los trabajadores de la salud fueran los responsables del fracaso del modelo, cuando solo han sido otras víctimas del mismo. Nostalgia del sueño de todos los trabajadores por contar con una mejor salud y una mejor educación para ellos y sus familias, mientras en el congreso se imponen los intereses políticos por encima de las esperanzas de los electores. En esta fecha especial, debemos volver a caminar, para recordar a los trabajadores que perdieron la vida en una contingencia laboral, a los que perdieron el empleo de manera injusta y por años esperan que la administración de justicia les restablezca el derecho o emita una orden de reparación del daño causado. Este primero de mayo, en la distancia abrazaremos a Oscar Sánchez, quien desde su convalecencia estará acompañando de corazón las mismas marchas que por tantos años lideró. Cuánta falta hace la voz de Oscar en todas las discusiones del trabajo. Por todas esas nostalgias, debemos recordar que el primero de mayo, es el día de todos los trabajadores del mundo.

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