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  Volver a lo esencial

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Por Diego Fernando Sánchez Vivas

Hay un término que se utiliza en el lenguaje cotidiano en los últimos años y que debido a la evolución permanente de una sociedad que avanza a un ritmo frenético, cobra más actualidad cada día y es el llamado “phubbing”, que viene de la unión de las palabras phone ( teléfono), y snubbing (desatender), y se aplica a las personas que tienen el mal hábito de interrumpir constantemente sus conversaciones con el interlocutor para contestar un mensaje de texto, para chatear o para actualizar sus datos personales en la red social.

Y es que esta costumbre se observa en nuestro medio en todos los espacios de convivencia, en las reuniones de trabajo, en las salidas con los amigos, en los escenarios deportivos, y se cuela hasta en los lugares más insospechados como en las cenas románticas donde alguno de los enamorados prefiere ganarse un fuerte llamado de atención de su pareja a no tener que contestar el mensaje que le llega desde su celular.

Pero además este hábito de estar pendiente todo el tiempo de lo que sucede en su celular puede resultar altamente nocivo en varios casos como cuando se conduce un automóvil, lo cual además de ser una grave infracción de tránsito, constituye una irresponsabilidad inconcebible si se tiene en cuenta que la atención  y concentración que debe llevarse siempre que se está al volante debe ser total, ya que la más mínima distracción puede significar el preludio de un grave accidente con consecuencias fatales. Ciertamente la tecnología es nuestra aliada en todas las actividades cotidianas y en el trabajo, facilita enormemente algunas tareas que antes nos resultaban más dispendiosas y difíciles porque reduce procedimientos, acorta tiempos y distancias, brinda información sobre todo lo divino y lo humano, pero eso mismo hace que se desestime la inventiva y la imaginación, y se merme el talento y la iniciativa.

Más aún en estos tiempos modernos, en los  que se ha sobrevalorado el papel de la tecnología y los medios virtuales para la realización de muchas actividades cotidianas del trabajo y las relaciones interpersonales por la inmediatez y sus ventajas comparativas.

Sin embargo, debemos rescatar esos placeres sencillos del contacto personal y directo en los diálogos con nuestros semejantes, la calidez de un abrazo, la magia de una mirada directa a los ojos de quien nos está hablando, o la simple expresión del rostro que lo dice todo sin hablar, esos instantes que son insustituibles. Los aparatos tecnológicos son importantes, útiles, necesarios, pero hay que tener en cuenta que no sienten, no piensan, no aman. Debemos volver a lo esencial.

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