domingo, junio 30, 2024
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Ahora las estrellas

Por Sebastián Silva-Iragorri

Expreso que deseo continuar describiendo el universo para que todos descansemos, abramos nuevos horizontes y encontremos allí paz y seguridad, pero se está volviendo difícil ante la descomposición que cada vez y con mayor frecuencia se presenta en Colombia. Es que a diario nos atropellan las noticias de la corrupción. Pienso que se están derrumbando las fuertes instituciones del pasado, que siempre queremos conservar: La justicia, las fuerzas del orden, la libertad, la democracia y la igualdad de oportunidades. Los conservadores luchamos con el alma por mantener estas instituciones, cada vez mejorándolas, robusteciéndolas, revitalizándolas, ajustadas a la realidad, a la modernidad, al cambio creativo no regresivo, en fin, queremos que siempre existan sin dejarlas envejecer para que sigan siendo los pilares básicos de nuestro Estado de Derecho. Pero nos las quieren arrebatar, por ambiciones materiales, por codicias sin límites, por pasiones sedientas de recursos mal habidos, por ausencia de moral y de ética, por inmadurez mental, por carencia de valores del espíritu y por obtener reconocimientos equivocados, al costo que sea y sin luz frente a una humanidad perpleja y aterrada. Sigo queriendo hablar de las estrellas, así como hablé de la luna, pero empiezo a escribir y siguen llegando noticias. Primero fue la resistencia de los colombianos que en sus casas fueron capaces de escuchar por más de una hora, acusaciones, agravios, medias verdades, cambios de la historia, reivindicaciones de victimarios y en fin cantidad de frases divisorias que golpearon la ilusión de cada ciudadano en su paz, su libertad y sus creencias. Había ira y furor en las palabras del presidente y de pronto pensé que le faltaba algo muy grande, la sabiduría para el manejo de un pueblo hacia destinos comunes de progreso y bienestar. No creo que con injurias se construya la paz. Esa estrategia está equivocada.

Vuelvo a mis estrellas que brillan allá en el universo y cuya luz viaja hacia nosotros para transformar y crear nuevos mundos con la sabiduría de su propio resplandor. Quiero seguir, pero me llegan noticias de las denuncias que comprometen cada vez más a los presidentes del Senado y de la Cámara y a muchos de los congresistas del parlamento de Colombia. Difícil de creer, pero allí están las declaraciones que la Fiscalía actual se demora en escuchar.

Hace mucho tiempo pensaba que todos los magistrados de las Cortes eran impolutos, pero después se abrieron investigaciones que terminaron por condenar a presidentes de la Corte Suprema y hasta uno de ellos huyó al exterior. Esta decepción me impulsó a continuar en la lucha contra la corrupción y darles a mis creencias refuerzos y nuevas oportunidades de apoyo a las instituciones democráticas. El Congreso, averiado en muchas partes, se mantenía a flote haciendo agua, pero lo que se denuncia ahora no tiene igual, insólito y perverso. Para todos fue muy notorio el cambio de actitud del presidente del Senado al ceder la dirección del debate de la reforma pensional y votar a su favor. Parece que sus declaraciones anteriores eran una parodia bien orquestada. Escucho estas noticias al tiempo con las voces angustiantes de soldados desesperados en Argelia, Cauca, pidiendo ayuda ante violentos ataques de grupos terroristas. Entonces vuelvo a mis estrellas, casi sin aliento para continuar, pero me lleno de fuerzas y miro hacia el firmamento, concentrando mi vista. Allí están esta noche las estrellas, unas más relucientes que otras, de diversos tamaños y vibrando con un brillo especial. Todos tenemos en ese cielo estrellas que velan y cuidan de nosotros. Son esos seres queridos y amados que nos vigilan y protegen, son aquellas estrellas que asimilamos a espíritus eternos recogidos bajo la luz de Dios. Recuerdo, ante tanta corrupción y como consuelo, un verso de algún poeta sabio que decía al observar en una noche un cielo iluminado: “Las estrellas brotaban de todos los confines porque yo miraba el cielo con ojos de inocencia”.

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