Oriundo de Guapi, Cauca, viene transformando la madera en melodías del Pacífico colombiano, cómo desde las plantas de chonta y guadua las convierte en marimbas, bombos, guasas y cununos, marcando así su camino como reconocido lutier a través de la fundación Palma de Chonta
Por REDACCIÓN EL NUEVO LIBERAL
Carlos Riascos, originario de Guapi, ha pasado de construir casas a esculpir melodías a través de instrumentos musicales arraigados en las músicas tradicionales del Pacífico colombiano. Con sus habilidosas manos, las plantas de chonta y guadua se convierten en marimbas, bombos, guasas y cununos, marcando así su camino como reconocido lutier.
Más allá de su destreza en la fabricación de instrumentos, Carlos ha dejado un legado significativo a través de la Fundación Palma de Chonta. En este espacio, 35 niños de Guapi reciben formación musical, explorando sus talentos y aprendiendo sobre el proceso completo de creación de los instrumentos que dan vida al folclore de la región.
Desde sus inicios, la fundación ha impactado positivamente a más de 400 niños, quienes no solo han descubierto sus habilidades artísticas, sino que también han cultivado sólidas relaciones interpersonales entre ellos. Un ejemplo de éxito es Enrique, hijo de Carlos Riascos, quien forma parte del prestigioso grupo Herencia de Timbiquí. La primera marimba que tocó fue un testimonio tangible del arte y dedicación de su padre.
Carlos Riascos ha trascendido la construcción física para erigir puentes sonoros que conectan a las generaciones con las raíces culturales del Pacífico. Su labor como lutier y fundador de la Fundación Palma de Chonta es un testimonio vibrante de cómo la pasión y el compromiso pueden transformar vidas a través de la música.
