miércoles, julio 3, 2024
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Carta para Emmali

Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.

Esfuérzate, amada hija, por dignificar tu vida. Que tu anhelo te lleve siempre hacia lo mejor. Pero no en un acto de narcisismo, propio del mundo contemporáneo en donde cada uno sólo piensa en su propio interés, sino en una acción de conocimiento y superación de sí. Esforzarse por ser cada vez mejor, por conocerse, por descubrir lo que podemos llegar a ser, poder construir la vida y crear el destino es lo propio del ser humano, en eso consiste su dignidad. No creas nunca en las palabras que te dicen que ya hay algo determinado, que existen unas leyes definidas que debemos seguir, que hay sentidos establecidos, porque no es verdad. No creas en aquello que te pueda llegar a limitar. Porque lo cierto es que no hay nada determinado y todo está por crear. Hace poco leí a un filósofo alemán muy prestigioso que afirmó que “no hay nada nuevo bajo el sol”, eso es falso, la luz es inagotable, la sabiduría infinita. No importa quién lo diga: nunca creas en las palabras que te impiden conocerte y crearte a ti misma.

Recuerda que sólo lo bello, lo valioso y lo importante es difícil. Todo lo demás es vano e insignificante. Que tu esfuerzo te lleve a comprender y distinguir lo uno de lo otro. Se muy bien que la realidad actual es complicada: las redes ejercen una presión tal, que es desde ahí donde se están configurando las identidades de los individuos, desde las redes se impone lo que se debe sentir, pensar y la vida que se debe vivir, por encima de la singularidad irrepetible de todos los individuos. Que cada uno de nosotros seamos únicos no le importa al sistema actual, lo que le importa es que asuman una identidad, cualquiera que sea, que reafirme el sistema mismo. Por eso lo difícil es atreverse a ser único, pero justamente ahí está nuestra esencia. Ser único es la expresión de una fuerza plena, como dijo Rubén Darío: “Ser sincero es ser potente, de desnuda que está brilla la estrella”.

Nunca evites “lo fatal y lo terrible”, pero tampoco sucumbas en ellos; asúmelos como ejercicios internos con los que te pules a ti misma. Tú sabes que la verdadera pandemia del siglo XXI es la depresión y la pérdida del sentido de la vida, y que esto lo genera, primero, la extrema presión que ejerce el sistema de control actual sobre el individuo, al imponer prototipos de vida, y, segundo, porque muchos individuos quieren encontrarle un sentido a la vida, y al no lograrlo sienten una profunda decepción, cuando la realidad es que la vida no tiene sentido, pero ese es el gran regalo de la vida: que al no tener sentido tenemos la posibilidad de crear infinitos sentidos. Pero no cualquier sentido (aunque también es una posibilidad, porque como dijo Nietzsche es preferible “cualquier sentido a ningún sentido”), sino crearle un sentido superior, que haga posible una continua evolución. Pero ten presente que nadie evoluciona solo. Toda evolución es por otros, con otros y para los otros. Por eso la verdadera revolución es la alegría, porque es la evidencia de una evolución conjunta. Mi felicidad consiste en eso: en verte evolucionar infinitamente a tu propio ritmo.

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