Por: Javier Orlando Muñoz Bastidas.
Para Viviana.
¿Qué hacer cuando todo se derrumba? La verdad es que lo único que podemos hacer es empezar de nuevo.
Estamos asistiendo a una época de derrumbamiento integral. Ya no hay verdades superiores que constituyan el proyecto de vida del individuo, porque en el mundo contemporáneo cualquier cosa puede hacerse pasar por verdadera, pero en especial porque a nadie le importa la verdad.
Todo se está derrumbando, pero no para iniciar un nuevo proceso de reconstrucción de todo lo que existe, sino que todo se derrumba para aniquilar al individuo, y dejarlo en escombros sin sentido
Esto está generando una crisis inédita en el individuo, que consiste en la pérdida del sentido de la vida. Es verdad que el hecho que la vida no tenga sentido, es lo que hace que podamos crearle un sentido singular y superior. Pero no es esta la respuesta del individuo ante su crisis. La respuesta es un estado de derrumbamiento interior.
Esta crisis integral es el resultado de un proyecto global de dominación del individuo, que consiste en el agenciamiento e instalación de proyectos de vida e identidades algorítmicas.
¿Cómo es esto? ¿No hay sentido de vida, pero se agencian e instalan proyectos de vida desde la IA? Hay una pérdida de sentido de vida, que implica la anulación de la posibilidad de un proyecto superior, en el que el individuo afirme de forma íntegra su singularidad. Pero se imponen identidades, que el individuo asume como propias, cuando en realidad es que son formas cada vez más eficientes de dominación.
Pero, ¿por qué no se percibe el derrumbamiento? Porque en el agenciamiento algorítmico de las identidades, se determina el sistema integral de la individualidad, lo que tiene como consecuencia una construcción y un direccionamiento de la atención perceptiva.
Uno de los puntos de fuga inconsciente que tiene el individuo, ante la determinación de su atención, es la melancolía. El individuo siente que todo está mal, pero no sabe por qué, y tampoco sabe qué hacer. Es una crisis de impotencia, porque se desea que todo sea diferente y mejor, pero se guarda silencio. ¿Hay acaso algo más melancólico, que un derrumbamiento silencioso?
Tal vez podríamos diferenciar la melancolía de la depresión en eso: en el silencio.
La depresión es muy ruidosa en la expresión de su crisis (además se asume como una señal de distinción del individuo); en cambio, la melancolía es silenciosa, y eso la hace transgresora.
Afirmamos que es una línea de fuga, porque es una señal que la dominación del individuo, mediante la imposición de una identidad algorítmica, todavía no es absoluta. La melancolía es una acción de resistencia y guarda un deseo de transformación.
Si en algún momento se llega a instalar el falso “mundo feliz” huxleyriano, que ya está en marcha con la Driven Data Society, entonces se eliminará toda crisis, y el individuo quedará completamente dominado en una “positividad” sin evolución. En cambio la crisis es una señal de esperanza.
Pero debemos ir más allá de la melancolía. Cuando todo se derrumba, lo que debemos hacer es una auténtica creación de sí.
La creación de sí, no sólo es el proyecto filosófico del porvenir, sino que se está constituyendo como la única respuesta ante el colapso global de la individualidad. Implica crear un nuevo destino, esto es: la destrucción del sistema integral de la corporalidad, la sensibilidad y el entendimiento para una afirmación de la singularidad irrepetible del individuo, en la creación de un nuevo ser.
Que la furia fundamental empiece a quebrar los límites del sentido.
Íncipit.
