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De las marchas y la oposición democrática

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Por CARLOS E. CAÑAR SARRIA – carlosecanar@hotmail.com

Como bien lo ha expresado el ministro del Interior, Luis Fernando Velasco Chaves, no se puede desestimar la marcha del pasado 21 de abril, cuya participación fue contundente en varias regiones del país, en protesta por las políticas públicas que el actual gobierno pretende implementar en su estrategia de cambio.

Anota Mininterior, que el gobierno está reflexionando sobre el tema de la marcha y otros asuntos, que hay disposición al diálogo con los diferentes sectores políticos, sociales, económicos y desde luego, con la denominada sociedad civil para que se haga posible un acuerdo nacional.

En una verdadera democracia, la protesta pacífica es legal , por lo tanto, los gobiernos de turno deben garantizar, respetar y escuchar el pronunciamiento de todas las personas que disienten. La protesta del 21 de abril se hizo en forma pacífica, el gobierno fue garante de la misma y está dispuesto a dialogar. Así debe ser la democracia.

Una democracia sin oposición no es democracia, es un régimen político estéril y un desperdicio. La oposición sirve de termómetro para medir el grado de legitimidad de los gobiernos y evita que quienes detentan el poder lo hagan con poderes omnímodos.

Sin embargo, hay mucho de donde cuestionar a la llamada oposición en nuestro país, renuente a los cambios que Colombia necesita; irreflexiva y no pocas veces mezquina. La oposición debe hacerse con fundamentos y no con odio. Una de las principales características de los partidos políticos modernos es la educación política, sin embargo los partidos no educan, desinforman y asumen posturas engañosas, ajenas a los intereses colectivos.

Una oposición secundada por importantes medios de comunicación que atentan contra la verdad, sin la cual no es posible la democracia. Colombia necesita una oposición seria, madura, reflexiva, argumentativa, sin odio y orientada exclusivamente al bien público.

No puede ser democrática una oposición que mantiene al presidente Petro como chivo expiatorio de todos los males habidos y por haber.

Se equivocan quienes piensan que las contundentes y frecuentes marchas lograrán tumbar al presidente o que éste va renunciar al compromiso adquirido en campaña con el pueblo. No es fácil tumbar a Petro ni éste va a renunciar, no hay tempestad ni vendaval que logre amilanar a este curtido político en su propósito de implementar los cambios que la sociedad necesita. No obstante , un gran acuerdo nacional debe ser la salida en estos momentos de crisis.

De otra parte, se esperan cambios o rotaciones en el equipo de trabajo del gobierno y de sus asesores. A pesar de su vasta inteligencia hay veces que a Petro se le van las luces y comete imprudencias que pueden resultar costosas. Quienes tienen la facilidad de hablarle al oído al presidente, en ocasiones están fallando y a esto hay que ponerle mucho cuidado.

Habrá que esperar la movilización en respaldo al gobierno del presidente Petro anunciada para el próximo 1 de mayo, que según augurios, tendrá una participación popular contundente.

En muchas circunstancias de la historia universal suceden episodios de relación entre el pueblo y sus dirigentes. En algunos hay pueblo pero faltan líderes y en otros, hay líderes pero falta pueblo.

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