domingo, junio 30, 2024
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El arte de la paz

Por: Sebastián Silva-Iragorri

Qué gran oportunidad la de poder escribir por la paz, pero no como palanca o instrumento electoral. Con la palabra paz se han hecho malabares de toda clase, se ha invocado como pretexto para ganar elecciones, para desacreditar oponentes políticos, para dividir, polarizar y quién lo creyera, como apariencia para construir estrategias de más guerra e impunidad. Nosotros en cambio queremos hablar de paz de un modo diferente, en forma transparente, vista bajo los cristales de una esperanza real cimentada en verdades y valores.

Le escuché al alcalde de Cali Alejandro Eder decir: “para que cualquier proceso de paz prospere debe ir acompañado de una política de seguridad contundente”. Eso es lo que ha faltado en este País y por eso los esfuerzos por una paz real, amplia y sostenible han fracasado. La gran confusión arranca pensando que la debilidad, el derroche de concesiones y la impunidad pueden originar la paz.

Siglos antes de Cristo, Sun Tzu de la antigua China, había escrito “El arte de la guerra” con la más auténtica descripción de la forma de obtener las victorias en combates con disciplina, estrategia y paciencia controladas. De allí en adelante la literatura se desborda sobre el tema de la guerra en las páginas de cientos de escritos, memoriales, programas, libros, ediciones y en multitud de métodos para tratarla y buscar su primacía narrando y explicando las confrontaciones de la humanidad por conquistas, colonizaciones, mantenimientos, ideologías, razas, territorios y luchas de ideas entre los propios Estados o Naciones.

Colombia no es ajena a ese itinerario violento pues tiene un largo historial de guerras civiles desde el propio nacimiento de nuestra incipiente libertad, además, desde hace 60 años viene afrontando una escalada insurgente seguida por actos terroristas y con vinculaciones en el tráfico de drogas y apoyos internacionales. Se logró un acuerdo en 2016 que fue derrotado en plebiscito, pero desconocido este resultado popular se mantuvo un acuerdo que logró el retiro de militantes y la asunción política de líderes con curules en el Congreso de la República y con una justicia especial. Sin embargo, hoy continúa la guerra y el grado de inseguridad en el País por actos violentos se ha incrementado en todo el territorio nacional.

Se han cometido muchos errores, la impunidad parece haber sido la esencia de estos procesos, el desbalance entre los diálogos y las concesiones demasiado generosas y la injusta igualdad entre combatientes facultados por la Constitución como defensores de las instituciones y las guerrillas formadas en la más cruel ilegalidad violenta.

En cambio, en el arte de la paz, proponemos incluir: 1-La cultura ciudadana como origen primario en la creación de una mentalidad comprensiva y tolerante entre todas las ideas. 2-Respeto absoluto y observación de la Constitución por todos los actores. Esta acción de doble vía es indispensable para dialogar. 3-No impunidad, pues esta crea patrones de repetición y fortalece los temas de caducidad, prescripción y vencimientos de términos en los procesos judiciales. Se utiliza la colisión de competencias, el cambio de abogados, debilitamiento de testigos con falsas acusaciones, todo en refuerzo de esa impunidad creciente.

4-Es clave el fortalecimiento de la fuerza pública y no su debilidad. Las insurgencias se sientan a dialogar cuando sienten que por las armas no obtendrán el poder ante la fuerza de un Estado estructurado en el derecho y con presencia institucional e inversión social. 5-No se puede dar la sensación de diálogos infinitos y repetidos sin mayores consecuencias y con solo privilegios para una de las partes.

El arte de la paz debe nacer en las familias y difundirse. Debe ser un propósito, valiente, serio, aferrado a las normas y con la transparencia de conseguir la paz por encima de premios, honores o votos. El arte de la Paz tejido con decisiones firmes, con la verdad, sin falsedades ni tergiversaciones históricas.

Colombia se merece la paz, pero tiene que encontrar la ruta segura para lograrla.

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