En medio de las celebraciones de la Semana Santa, un doloroso paralelismo se da con el genocidio en Gaza, que se ha prolongado durante 170 días. Los números impactan: 2.848 masacres, 39.226 personas entre asesinadas y desaparecidas, incluyendo 14.280 niños. Este sufrimiento refleja el calvario por el que está pasando la gente en Gaza.
La pérdida de vidas inocentes, la destrucción de hogares, hospitales y lugares de culto, así como el sufrimiento de los más vulnerables, evocan las estaciones del Vía Crucis. El genocidio en Gaza es una manifestación contemporánea del sufrimiento humano, recordándonos la importancia de la solidaridad y de alzar las voces para que los organismos como el Tribunal Penal Internacional puedan juzgar tan horroroso genocidio, porque eso ya no es guerra es un vil asesinato de la gente inocente.
En este tiempo de reflexión y recogimiento, la tragedia en Gaza nos invita a considerar el sufrimiento de los demás y a actuar en solidaridad con quienes están en necesidad. Así como Jesús cargó con el peso de la cruz, debemos cargar con la responsabilidad de aliviar el sufrimiento de nuestros hermanos y hermanas en todo el mundo. Así en este acto de solidaridad y compasión, encontremos el verdadero significado de la Semana Santa.
El término “genocidio” evoca uno de los crímenes más atroces de la historia humana, un acto de violencia sistemática destinado a la destrucción de un grupo étnico, religioso o social. La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, elaborada en respuesta a los horrores del Holocausto, estableció una base legal para prevenir y castigar este tipo de atrocidades.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos internacionales para erradicar el genocidio, todavía presenciamos actos de violencia masiva que se asemejan a este crimen abominable. El caso de Gaza es una trágica muestra contemporánea de esta realidad. La pérdida de vidas, la destrucción de hogares y lugares y el sufrimiento de los más vulnerables nos obligan a enfrentar la brutalidad de nuestros tiempos.
En medio de la conmemoración de la Semana Santa, la tragedia en Gaza nos invita a reflexionar sobre nuestra responsabilidad como seres humanos. ¿Qué significa realmente cargar con el peso de la cruz en el mundo actual? ¿Estamos haciendo lo suficiente para aliviar el sufrimiento de aquellos que están oprimidos y marginados?
La solidaridad y la compasión, valores fundamentales en la tradición cristiana, exigen una acción concreta frente a la injusticia y el sufrimiento. No podemos quedarnos en la pasividad mientras se perpetran atrocidades en cualquier parte del mundo. Es hora de que la comunidad internacional se una en un esfuerzo conjunto para poner fin al sufrimiento en Gaza y en cualquier otro lugar donde el genocidio o crímenes similares estén teniendo lugar.
