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InicioOPINIÓNPALOMA MUÑOZEl Canto de la Herencia: Policarpa Jiménez

El Canto de la Herencia: Policarpa Jiménez

Es necesario citar a María Policarpa Jiménez, estudiante de la maestría en Educación Popular en la Universidad del Cauca, sede Santander de Quilichao, quien nos introdujo a una profunda reflexión en el Diálogo Cultural en los Territorios, en esta ocasión fue en Puerto Tejada que adelanta la División de Gestión de la Cultura de la Vicerrectoría de Cultura y Bienestar de Unicauca. Policarpa haciendo honor a su nombre, nos introdujo en un tema con una profundidad relevante y urgente: la preservación y revalorización del legado ancestral afrodescendiente a través de la música. Nos mostró en su relato esa herencia cultural y con esos retos y oportunidades que enfrenta la comunidad afrodescendiente en Colombia y en el mundo.

Les habló a los estudiantes de la institución educativa del “Puerto” cómo la música afrodescendiente, arraigada en las lomas y en la historia de resistencia y libertad, de levanta como un testimonio vivo de la identidad y la lucha de un pueblo. Desde tiempos inmemoriales, la música ha sido un vehículo para expresar emociones, contar historias y preservar tradiciones. En el contexto afrodescendiente, la música adquiere una dimensión aún más profunda: es un vínculo con los ancestros, una afirmación de la propia existencia y una herramienta para resistir y transformar la realidad.

Policarpa Jiménez nos invitó a reflexionar sobre la importancia de no avergonzarse de este legado ancestral: “Estoy tratando de que no nos avergoncemos de ser negros, es que nos enamoremos de nuestra piel, en nuestra esencia. No podemos seguir muchachos agachando la cabeza, es necesario ser ‘sentipensantes’, pensar desde el corazón para transformar el interior, no podemos seguir siendo negros esclavos sin cadenas. No podemos seguir haciéndole el favor a un negocio, o a un Estado colombiano y no vamos a permitir que nos estén arrodillando cada día más. Los invito a enamorarnos como negros que somos” Esta invitación trasciende la mera apreciación estética de la música afrodescendiente; nos llama a abrazar nuestra piel, nuestra esencia y nuestra historia con orgullo y dignidad. En un mundo donde persiste el racismo, la discriminación y la marginalización, esta es una tarea de vital importancia para la comunidad afrodescendiente y para la sociedad en su conjunto.

Quiero continuar en sus palabras: “La música afrodescendiente no solo es un medio de expresión cultural, sino también un vehículo de empoderamiento y transformación social. A través de la música, se transmiten valores, se fortalece la identidad y se promueve la unidad y la solidaridad entre los miembros de la comunidad. Además, la música puede ser una herramienta educativa poderosa, que fomente la reflexión crítica, el pensamiento creativo y la construcción de un futuro más justo e inclusivo”.

En conclusión, qué mejor cátedra musical que nos dio en este mes de la afrocolombianidad, en donde la música no es un mero entretenimiento, sino es un símbolo de resistencia, una expresión de identidad y una herramienta de transformación. En un mundo marcado por la injusticia y la desigualdad, la música afrodescendiente nos recuerda la fuerza y la belleza de nuestra diversidad cultural y nos inspira a trabajar juntos, por la vida.

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