Por: Harold Mosquera Rivas
El pasado viernes 17 de mayo, después de 5 horas de viaje en vehículo particular, pudimos llegar de Popayán a Cali. El bloqueo a la vía sumado a los pare y siga de las obras de ampliación de la doble calzada, dificultaron un desplazamiento que en condiciones normales puede hacerse en 2 horas. Las disidencias de las Farc han declarado una guerra contra policías, militares y civiles que se relacionan en un comunicado en el que advierten que después de las 6 de la tarde no se debe circular por la mayoría de las carreteras del Departamento. Haya atentados a la policía en los que como de costumbre, también caen civiles, que algunos denominan inocentes, como si los militares y policías fueran culpables. Niños que soñaban con conocer a Messi, Cristiano Ronaldo y Shakira o Karol G, mueren de manera violenta sin ver materializado su anhelo. La población camina atemorizada, nadie quiere desplazarse de la ciudad a las zonas rurales, los diálogos de paz se encuentran en un momento crítico por los incumplimientos a los acuerdos de cese al fuego. Los proyectos de reformas propuestos por el presidente siguen en discusión en el congreso de la república, pero aún no se aprueban, en medio de los escándalos de corrupción en la Unidad de Gestión del Riesgo de Desastres, que ha terminado siendo un desastre más. Todos seguimos esperando que el gobierno del cambio pueda cumplir, así sea de manera parcial, sus promesas de campaña, mientras van pasando los días y cada vez estamos más cerca del inicio de una nueva campaña presidencial. Las probabilidades de volver a elegir un gobierno de izquierda son muy bajas, no hay en el abanico de posibles pre candidatos, quien convoque a renovar la esperanza. Algunos afirman que Claudia López, después de la alcaldía de Bogotá, ya está en campaña y que, Vicky Dávila, hace lo propio con el respaldo de la revista Semana. María Fernanda Cabal sigue procurando ser la que diga Uribe, mientras Paloma Valencia le sigue los pasos. La Costa Pacífica aún espera por las promesas realizadas durante la visita del alto gobierno que por primera vez hizo presencia en algunas de las poblaciones de nuestro departamento. Bajo este contexto, no resulta fácil ser optimista, respecto al futuro de nuestro país y en especial del departamento del Cauca. Sin embargo, quienes hemos decidido apostarle a terminar nuestros días, trabajando por una patria mejor, debemos seguir caminando la esperanza, apoyando las causas positivas y rechazando las acciones negativas, en especial el uso de las armas como instrumento de solución de las diferencias, pues tantos años de conflicto armado interno tan solo han probado que, ese no es el camino, que el incremento de las víctimas de todos los sectores, profundiza la crisis, complicando cada vez más su solución. Es hora de reclamar un cese a las soberbias, a los intereses particulares de quienes tienen el poder de materializar los cambios. Hay que pensar más en el pueblo que anhela una paz con justicia social y menos en los cálculos políticos de las próximas elecciones.
