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Enseñar… una artesanía del pensar

Por Luis Guillermo Jaramillo Echeverri – Universidad del Cauca

“Materialmente los seres humanos tienen la gran habilidad para hacerse un lugar en el mundo” (Sennet, 2015, p. 26); capacidad de un hacer que se acompaña del deseo de realizar bien una tarea. Para Richard Sennet, la artesanía es mucho más que un trabajo manual especializado; oficio que demanda laboriosidad y dedicación ante un objeto que, si bien ofrece resistencia, cede ante la experiencia que lo moldea. La mano, en este caso, no solo moldea el mundo, moldea su sí mismo en un silencio contemplativo donde las horas y una dedicación absorta suelen caminar juntas.

Para Sennet el oficio del artesano está en estrecha relación con la conexión manos-cabeza, lo que posibilita un diálogo entre unas prácticas concretas y su modo de pensar. Correlación inseparable que le lleva a adquirir progresivamente una habilidad frente a la obra que produce; esto le lleva a una experticia muy cercana al perfeccionamiento, al deseo de querer hacer bien las cosas; realización que no se limita al cumplimiento de la obra encomendada, sino que emana de allí un compromiso con aquello que es creado, un “pensar en ello con más profundidad” (p. 33). Esta dedicación no solo le da madurez y experticia, también un sentido ético del oficio, pues sabe que alguien espera de él una mejor obra, por ello se implica para lograrlo.

Habilidad, compromiso y eticidad, tres palabras del oficio de artesano que también se perciben en la labor de los maestros y maestras, aunque de manera distinta. Es importante precisar que Sennet no habla de los maestros como artesanos, tan solo menciona la relación maestro-aprendiz en un taller de trabajo –lugar del hacer donde ambos aprenden el oficio–. Caso del carpintero, laboratorista o director de orquesta, incluso del cuidado de un padre por sus hijos; ejemplos a los que alude para señalar un hacer que “mejora cuando se practica como oficio calificado, lo mismo que la ciudadanía” (p. 37). Pero los maestros y maestras son artesanos de un saber. Estos no trabajan en la escuela con madera, tampoco son disecadores en un laboratorio, ni están a cargo de una orquesta. ¡No! El maestro/maestra es un artesano en su enseñanza. ¿Qué significa esto? que su fundamento no es un objeto material; es más bien un hacer que se desenvuelve en relación en todo momento. Un saber que hace parte de la cultura de su enseñanza con ciertas particularidades.

Los maestros y maestras, antes que hacer uso de una habilidad, hacen uso de una laboriosidad; esfuerzo que se mueve incluso cuando no están enseñando. Les antecede un llamado próximo a la acción de donarse, lo cual es más que el compromiso de querer hacer bien las cosas. Asimismo, los asuntos éticos no vienen después de ganar destreza en el oficio, pues están presentes desde el mismo momento que establecen una relación pedagógica con sus estudiantes y colegas. Su oficio es ético. Veamos con más detalle estos tres modos artesanales en el ejercicio de la enseñanza.

De la habilidad a la laboriosidad: La labor implica un hacer artesanal; sin embargo, para los maestros/maestras esta no se da después de ganar una habilidad. La laboriosidad, en este caso, tiene que ver con una identidad; o sea, un hacer que designa un ser, una dedicación, un enseñar. Formarse como maestro/maestra no significa prepararse para la perfección en la entrega de un producto, ni una producción que responde a una estandarización; más bien, es un permanente buscar posibilidades y reflexionar en su uso, conjeturar y probar en función de las circunstancias o situaciones. Laboriosidad aprendida al lado de maestros con más experiencia en el hacer pedagógico; es más próxima al ejemplo de cómo enseñar que a la aplicación de un dispositivo curricular. Laboriosidad que se mixtura entre el cuidado de los míos y los otros: la familia y escolares quienes, comúnmente, pasan a ser parte de las preocupaciones vinculantes que van más allá de la escuela. Enseñar forma en la sensibilidad del tacto, del con-tacto; artesanía donde el esmero y la paciencia son sus aliados, lo que les permite crecer en escucha y comprensión lo que desean compartir. Por eso la laboriosidad del enseñar es mucho más que una habilidad.

Del compromiso a la generosidad: Dar más de sí, en los “asuntos escolares”, es otro rasgo fundamental de los maestros y maestras. Su labor no se limita a impartir unos contenidos, aunque también estos son trabajados con desmesura, en ese ensayar una manera u otra para llegar con ellos a los estudiantes. Por lo general la ambigüedad y la indecisión campean sobre lo enseñado puesto que los contenidos trastabillan, se comprenden de otra manera, llegan en muchos casos fraccionadamente… angustia que se experimenta al enseñar y que poco conocen los expertos de la educación. En este sentido comparten un saber que excede el cumplimiento de su enseñanza. De este modo, al compromiso institucional le antecede una generosidad, una donación más vinculada a la gracia que al cumplimiento de un horario u obtención de un salario. Su enseñanza connota un pensamiento que no separa los tiempos escolares con los de la casa. Por tanto, se es generoso por el compromiso adquirido y no al contrario; dicho de otra manera, su generosidad les lleva a un compromiso.

Del ser-maestro a una eticidad: los asuntos éticos para el artesano de lo material vienen luego de un ejercicio permanente, de una habilidad; pero con los maestros/maestras sucede lo contrario. Toda relación con el otro –estudiante, docente o administrativo– es ya de por sí ética. No se perfecciona la enseñanza para luego dedicarse a pensar una ética del oficio. La enseñanza es relacional, en este sentido su ética le es inmanente. No se está ante una prescripción de un comportamiento, sino que es un encuentro cara-a-cara donde la diferencia está presente. La fragilidad de las relaciones, la mutua vulnerabilidad, unida a la generosidad y la laboriosidad, son un llamado de responsabilidad que no precisa de justificación, de un por qué. Se responde a una solicitud que demanda atención y cuidado. Su enseñanza no es un pensar en el otro sino un ser-para-el-otro. Una relación siempre expuesta en la extrañeza de la mirada, la evasiva de lo no sabido, el silencio de la no respuesta, el deseo de abandonar o, por el contrario, el compromiso de no renunciar… encuentros éticos que nunca son los mismos.

El maestro/maestra es un artesano del saber y la artesanía su enseñanza. Enseñanza que le da a pensar, a reflexionar a partir de las contingencias y aciertos de una labor que desborda el aprendizaje y sus resultados. Su obra es mucho más que un trabajo material. A veces se puede ver a este artesano en la actitud de un niño quien, estando en casa, muerde el lápiz tratando de entender lo que escribió por primera vez en la escuela, pues no alcanza a comprender lo escrito… por ello pregunta con insistencia qué fue lo que quiso decir con sus primeras letras. Igual pasa al maestro/maestra que “muerde el lápiz” de sus prácticas pedagógicas, tratando de entender qué fue lo que expresó a sus estudiantes.

¡Los que enseñamos deberíamos ser siempre ese maestro! El que se aventura a caminos de relación de un pensamiento que se forja gracias a sus enseñanzas. Quien no siempre logra comprender los garabatos vitales de su enseñar, pero construye en todo momento la práctica de un pensamiento que le es propio; un darse cuenta de su laboriosidad generosa en el bello acto de enseñar.

Referencias

Sennet, R. (2015). El artesano. Anagrama

Ponencia realizada en la celebración de los 87 años de Vida Educativa de la Escuela Normal Superior de Popayán.

02 de junio de 2022

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