Por: Cayo Betancourt – cayobetancourt@gmail.com – @cayobetancourt
Una comunicación abierta, transparente y fluida constituye un pilar fundamental en las relaciones. Cuando las conversaciones se tornan desbalanceadas y uno de los interlocutores habla más tiempo que el otro, interrumpe constantemente y busca imponer sus ideas, genera incomodidad, puede tornarse en un acto de irrespeto, maltrato o inclusive una relación de poder abusiva.
Un paso esencial en el desarrollo de la escucha activa es la auto observación, donde la persona tiene conciencia de su comportamiento, identifica los aspectos negativos en su comunicación y toma acciones para corregirlos. Ser honesto con las observaciones es el primer paso para mejorar, evitando justificaciones circunstanciales donde las excusas permiten cruzar líneas que permiten una conversación fluida y respetuosa.
Una conversación se torna tóxica cuando uno de los interlocutores busca tener la razón, evita la participación del otro y constantemente interrumpe sus planteamientos. Aunque podría observarse como un patrón recurrente, no es una excusa para permitir este tipo de micro-agresiones ya que la combinación de dos o más aspectos negativos crea un contexto poco apropiado para el desarrollo exitoso de las relaciones.
La meta de la conversación es un punto central en la comunicación y es necesario que las partes busquen un consenso donde se obtenga un punto medio y cada uno de ellos interlocutores obtenga un resultado. Imponer ideas por la fuerza o a través de una relación de poder crea un contexto negativo y se perdería la capacidad de entablar una comunicación bidireccional, transparente y respetuosa.
Es importante resaltar que la escucha activa es un esfuerzo que deben realizar las personas para mejorar sus procesos de comunicación, a través de la observación frecuente y la aplicación de medidas correctivas que permitan una mejora continua. Por ejemplo, involucrarse emocionalmente en una conversación o permitir que sesgos inconscientes afecten el flujo de información, crea barreras y evita la participación equitativa de las personas. Uno de los ejercicios recomendados para mejorar la escucha activa es ponerse en los zapatos del interlocutor, entender sus necesidades y contexto actual frente a sus demandas o puntos críticos, asociando sus reacciones a ese contexto en particular. Cuando una persona escucha activamente y entiende el contexto desde el punto de vista de su interlocutor, crea compenetración y permite un flujo eficiente de información. En este contexto es importante aclarar que ponerse en los zapatos del otro no implica acceder a todos su requerimientos, por el contrario, permite entender por qué los hace y apoya la idea de construir una relación basada en la transparencia y la confianza.
Adicionalmente, la escucha activa implica transmitir mensajes verbales y no verbales frente a los puntos indicados por la otra persona. Amy Gallo en Harvard Business Review recomienda identificar el estilo de escucha, para resaltar los puntos positivos y crear un plan de trabajo que permita mejorar los puntos negativos.
El proceso adaptativo es una herramienta que permite a las personas adaptarse a las necesidades de escucha en una situación particular para obtener mejores beneficios. En este contexto, la conciencia y la inteligencia emocional juegan un papel fundamental para evitar involucrarse emocionalmente y poder cambiar el estilo de escucha sobre la marcha.
