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Finca Bella Vista, un sueño que se va haciendo realidad

Por César Samboní

Manos campesinas tambeñas hallaron en el cultivo de aguacate Hass una alternativa de sostenibilidad, sin abandonar cultivos tradicionales como café, plátano, yuca y maíz.

La familia Martínez Llantén, siguen apostándole a la agricultura como proyecto de vida.

Foto: Andrea Mambuscay

A la hora de pensar en las opciones que la riqueza de las tierras del Cauca ofrece, siempre es necesario volver los ojos a la agricultura. Este llamado a fortalecer prácticas ancestrales unidas a las nuevas técnicas y gustos del mercado es el que escuchó la familia Martínez Llantén, aquí les contamos parte de su caminar en el fértil suelo tambeño. Cuando Hugo Mauricio Martínez me contó su sueño, llevaba a lado de doña Celina, su esposa, diez años en las tierras de Puente Alta, en el corregimiento de Piagua, en la entrada del municipio de El Tambo, en pleno corazón del Cauca. Los ojos de don Mauricio, como le dicen quienes lo conocen, brillaban contemplando el atardecer que tiene los colores del verde de las montañas que domina la presencia imponente del cerro de Munchique. Con los bolsillos llenos de esperanza y una deuda que parecía impagable con una entidad bancaria, empezaron a participar de la Asociación de Productores de Aguacate Hass El Tambo (APRAT) con la que fueron aprendiendo los secretos de la siembra y el cultivo del llamado por algunos el “oro verde”. El inicio fue muy duro, “mire, esta tierra es bendita, pero para que salga algún fruto hay que trabajar muy duro, todos los días”, cuenta este hombre hecho en la ardua labor del cultivo de yuca y de los oficios que quien vive por y para la tierra debe ir realizando. Sus manos dan fe de su historia. Manos que como la de miles de hombres y mujeres, siguen creyendo en la tierra como su proyecto de ser en el mundo. Mientras la conversación fluye como las nubes que se asoman por momentos, su esposa va “colando un cafecito para este frío” dice, y al fondo, aparece Eduard, el hijo de la pareja, que heredó el espíritu de ambos, trae unas mazorcas de choclo y señala los colinos de plátano que van creciendo en la parte baja de la finca, y cerca el semillero de café.

El semillero de café y muestra del aguacate Hass que las tierras de Puente Alta ofrecen con generosidad.

Fotos: Andrea Mambuscay

¿Por qué Bella Vista?

Cuando llegamos aquí, dice don Mauricio,” lo primero que me deslumbró fue la vista tan hermosa, mire, continúa diciendo, a la derecha está Munchique, al frente las montañas que se ven azules, y en la parte de atrás el cielo de Popayán” y en efecto, desde que se va buscando la entrada desde el cementerio de Piagua, un paisaje embrujador va llenando el camino. Primero, nos relata: “lo importante era empezar con el proyecto de la siembra del aguacate, y claro, también el café y algunas gallinas” después, “poco a poco nos fuimos metiendo en las reuniones de la ANUC y en las capacitaciones con el SENA que nos enseñó cómo transformar el aguacate”. Luego, cuentan que gracias a la ANUC pudieron tener su casa porque al llegar no tenían donde resguardarse del frío. Pero las manos campesinas que saben que el vivir es un largo trasegar, paso a paso han ido recogiendo los frutos de su esfuerzo: plátano, yuca, choclo, café y ver la tierra que augura tiempos mejores. Después estuvieron en el proceso de certificación de la finca en “Buenas prácticas agrícolas” y la de “Predio exportador”, con la ICA; ya que para poder comercializar el aguacate, deben entrar en un círculo de capacitaciones y cumplimiento de normas y parámetros internacionales.

Con el cultivo del café ha sido diferente, por parte del Comité de Cafeteros han recibido un apoyo de asistencia técnica, pero los proyectos están en el futuro cercano, “estamos en la gestión de unos programas” dice don Mauricio. Entre la charla y el café suave que producen, Eduard nos invita a recorrer Bella Vista, y en la caminata nos va recordando cómo fue que decidió quedarse con su padres “para dar la lucha, porque me fui a prestar servicio militar y después fue la pregunta a qué me voy a dedicar y pensé, acá en la finca prácticamente sólo había la tierra, papá y mamá ya habían hecho la casa de madera y entonces dije, pues hay que trabajar, y así fue, para poder ver lo poco que vamos consiguiendo, ha tocado estar muy unidos”. Y a la luz del sueño compartido, sobre vivieron a la Pandemia, a la crisis del precio del dólar y a los efectos del fenómeno del Niño y de la Niña.

Don Mauricio, comparte y muestra el fruto de su proceso.

Foto: Andrea Mambuscay

En esos relatos, Mauricio, Celina, Edward, María, Valeria y otros nombres, se han sumado al sueño que a fuego lento se va construyendo. Ahora, tienen la mirada puesta en el turismo agroecológico, una apuesta que en departamentos como el Quindío, ha tomado forma como una alternativa de crecimiento económico y como una manera de promover, preservar y fortalecer los recursos naturales. En este sentido, la Finca Bella Vista busca constituirse en un destino para el encuentro de quienes ven en el campo una opción para crecer, para lograr una vida con dignidad, respetando valores heredados de los mayores acerca de la relación con la tierra, de la necesidad de soñar para algún día disfrutar lo que sus frutos nos regalan.

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