domingo, junio 30, 2024
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La ambición y el crimen

Por Armando Barona Mesa

La ambición provoca el crimen y la maldad. Se sabe que el hombre mata por el poder, por la riqueza o por la pasión, según el gran criminalista aleman Hans von Hentig.

El crimen naturalmente puede ser directo o indirecto. Ese punto realmente no importa. Veamos por ejemplo, el caso del gobernante que por ambición obstruye el gobierno de las E. P. S., como acaba de ocurrir. Primero deja de cubrir los aportes que por ley le corresponden y cuando ha reventado el sistema, crea una gran crisis al intervenir calculadamente a las prestadoras del servicio. Ese conjunto de acciones malhadadas habrá de provocar muchos muertos, así sea una acción indirecta.

Ese acto premeditado pues generará un genocidio atroz y calculado solo para lograr sus ambiciones políticas de llegar al poder pleno de la dictadura. O sea que todo el estropicio se motiva por su ambición personal de ser el supremo gobernante de este país. Como Maduro el abominable o cualquiera de esos dictadores de la extrema izquierda. No hay forma de discutir esta valoración, desde el punto de vista del derecho penal internacional.

Miremos otro aspecto: el presidente Petro se jacta en decir que él sacó para presidente 11.291.987 votos que era un mandato del pueblo que por lo mismo debe cumplirse ejecutando su programa. Ganó, sí.

Pero el parlamento, en el Senado, obtuvo 18,1 millones, o sea un número mucho mayor al suyo. Lo que quiere decir que el mandato de ese cuerpo legislativo es mayor al suyo, si es que el apoyo popular cuenta de alguna manera.

Empero, ahora quiere desconocer al Congreso y convocar una asamblea constituyente llevándose de calle la soberanía depositada por la Constitución en las Cámaras y aun más, en las altas Cortes entre ellas la Constitucional.

¿Cómo piensa hacer tal constituyente?, según lo ha dicho, en la calle bajo el alero de unos criminales creados por él mismo y denominados por él como la Primera Línea. Fue precisamente aquí en el Valle del Cauca donde hace un poco más de una semana movilizó por cuenta del erario público, abusivamente, a quince mil indígenas con viáticos y transporte más algunos billetes camuflados, ante un adefesio de monumento que significa un puño cerrado. Allí declaró solemnemente que él era de esa línea dura. Y esos indígenas eran una especie de guardias de honor y de combate para sus movilizaciones populistas y antidemocráticas. Eso, sin duda alguna, también es otro crimen. Hace política descaradamente en su propio beneficio, pero con el dinero de la reforma tributaria.

A esos indígenas agresivos los puso un día a que rodearan el Capitolio en señal de advertencia. Pero acto seguido los envió a amenazar la libertad de opinión atropellando con la fuerza la revista Semana. ¿Cómo negarlo?

A los ministros aduladores y sumisos cuando la Comisión VII del Senado hundió esa reforma arbitraria de la salud, se los oyó airados, mejor, con rabia, amenazar con la Constituyente en contra del órgano legislativo.

Ahora, ¿De qué se trata todo esto? No es de acudir a la Constitución del 91 para convocar, como debería ser, a la tal constituyente, cosa que requiere de ley propia y de consulta a los jueces guardianes de la Carta Fundamental.

No, esos no son los planes sino las vías de hecho, que él sueña con la movilización hacia las zonas más importantes como las grandes plazas, de ese mismo pueblo que han adiestrado en el odio de clase que tampoco oculta el malhadado Petro, que unas veces obra pasado de tragos y otras como lo dijo su embajador Benedetti, de otras substancias non santas.

Cree además que la purga que ha hecho en los cuerpos armados le garantizan que no habrá reacción de parte de éstos; y como si fuera poco, goza del apoyo de la gente del ELN, conforme lo han declarado ellos mismos con sufienciencia de triunfadores, bajo la vista cómplice de un señor Otti Patiño, quien fue el gran secuestrador del M-19, entre cuyos personajes tuvo al doctor Álvaro Gómez Hurtado.

Vivimos un momento de gran peligro. El despotismo acecha, cuando gran parte de los colombianos hemos pasado el tiempo discutiendo el sexo de los ángeles. ¡Abran el ojo, por favor! Un monstruo nos devora sin piedad.

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