por Fernando Muñoz Vega. Pbro
Muchas veces por enseñar solo “texto” le hacemos decir a la Palabra cosas que realmente no son, interpretando a nuestra manera y a nuestro acomodo, generando un gran peligro; ya que pasamos de transmitir el mensaje de Dios a un mensaje personal camuflado en un ambiente que ante la gente se considera como verdadero.
Hay que darle una interpretación al texto para que no quede solo en el pasado sino poderlo llevar a la actualidad; que pueda ser recibido nuevamente, que sea una palabra de esperanza para los excluidos de hoy en día (drogadictos, prostitutas, ancianos abandonados por sus familias, niños en alto riesgo físico y moral, etc.) Una palabra que sea accesible para que ellos también conozcan a ese Jesús que vivió como todos nosotros, que enseño y que estuvo con aquellos que la sociedad rechazaba y excluía. “los escribas y fariseos le llevaron una mujer sorprendida en adulterio… Él les dijo: el que esté libre de pecado que tire la primera piedra… yo no te condeno vete y en adelante no peques más” Jn 8, 1-11.
Debemos mostrar esa palabra de salvación universal, pues el Hijo vino para otorgarnos la salvación a todos; no a “muchos” como dice La plegaria Eucarística; pues Jesús no vino a este mundo para salvar a un pueblo especifico. Por esto, hoy se debe seguir luchando en pro de los derechos de los nuevos Cristos, rostros sufrientes que necesitan que estén con ellos, que los escuchen, que nos hagamos uno más de ellos, que nos inculturizemos para así poder inculturizar el Evangelio.
Justamente, la teología latinoamericana ha producido gran escándalo por ser una autentica interpretación del Evangelio en donde no se esconde, no se tapa la realidad de un pueblo que espera ser liberado, no solamente con textos teológicos de escritorio sino con acciones concretas dentro de las realidades existenciales de personas concretas y con problemas reales; porque el texto se queda solo en eso: TEXTO, pero cuando se lleva a la práctica puede así mostrar al verdadero Cristo liberador.
La conversión de muchas personas al cristianismo no se debe a la predicación de la palabra sino al testimonio comprometedor con aquel que se hace Palabra salvífica para los que no son y no cuentan. Y actuar siempre con compromiso evangélico causará siempre repudio y odio por parte de quienes se ponen a ver una realidad que interpela, pero que no se pretende ver porque incomoda. La firmeza de la teología se encuentra en la interpretación del texto que se vuelve vida en acciones concretas de un pueblo que necesita soluciones a sus marginalidades y exclusiones dentro de un sistema político cerrado y dogmatizado en un Cristo solamente de ritos y sin ningún contenido practico en una realidad, historia o en situaciones concretas de hombres anónimos que mueren por la falta de compromiso evangelizador de los que hacen solamente texto y no se percatan que esta letras no se podrán convertir en lenguaje sino se llevan a la acción dentro de una sociedad que espera y puede ser liberada.
Ahora bien, el verdadero compromiso de nosotros como Misioneros es hacer que estos textos se conviertan en palabras y acciones vivas, en algo que se vea y se pueda palpar, ayudando a esos nuevos Cristos sin excluir a nadie. No podemos caer en el error de ser religiosos que perdamos nuestro horizonte, pasando a ser uno más del mundo, uno más de los que piensan solo en obtener riquezas materiales, prestigio social o reconocimiento de los demás, incluso de los mismos miembros de nuestra familia. Debemos ser de esos que quieren el producir espiritual y liberador del hombre excluido, de los nuevos Cristos; todos estamos llamados es a “dar la buena noticia a los pobres y anunciar a los cautivos la libertad, a los ciegos la vista, la libertad al oprimido y anunciar la salvación del Señor” Lc 4, 17-19.
