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La cruda realidad de las víctimas en el Cauca

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El Cauca es el departamento con el mayor número de Sujetos de Reparación Colectiva, contabilizando 152 de ellos, lo que evidencia la magnitud del impacto que ha sufrido su población. Además, se ubica como el cuarto en el país más afectado por eventos masivos relacionados con el conflicto armado, fenómenos que están estrechamente ligados a la presencia persistente de actores armados y las economías ilegales que persisten en la región.

No menos significativo es el hecho de que el Cauca alberga 59 comunidades étnicas que han sido objeto de sentencias y autos de protección, destacándose como el departamento con el mayor número de estas medidas en el país. Estas cifras nos hablan de la complejidad y diversidad de las realidades vividas por las víctimas en esta región.

Es decir que, detrás de estas cifras y actividades resalta una realidad cruda: en el Cauca existen más de 362,000 víctimas del conflicto armado, de las cuales más del 48% son víctimas étnicas. El desplazamiento forzado es el mayor hecho victimizante, afectando a más de 320,000 personas en el departamento. Aunque se han logrado avances en la atención a estas víctimas, aún persisten rezagos significativos en derechos fundamentales como la vivienda, la alimentación y la generación de ingresos.

Datos revelados en la conmemoración del Día Nacional por la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado, con una relevancia especial al coincidir con el 76 aniversario del magnicidio de Jorge Eliecer Gaitán, un evento trascendental en la historia colombiana que desencadenó un ciclo de violencia aún latente en la sociedad.

Con el mensaje claro desde la Unidad para las Víctimas: “9 millones de historias para no repetir”. Este año, las actividades se extendieron por dos días en varios municipios, incluyendo Popayán, Buenos Aires, Suárez, El Tambo, Argelia, Puerto Tejada, El Bordo y Timbiquí, donde se llevaron a cabo conversatorios, actos simbólicos, presentaciones artísticas y tamboradas.

La conmemoración comenzó con la entrega de más de 6.400 millones de pesos en indemnizaciones a 559 víctimas del conflicto en distintos municipios, un gesto importante pero apenas un paso en la larga senda de reparación y reconocimiento. En paralelo, las Alcaldías, Mesas de Víctimas y organizaciones internacionales realizaron actos simbólicos en honor a las víctimas, culminando en una tamborada simultánea en todo el país como un latido unificado por aquellos que han sufrido y como un llamado colectivo a detener la persistente guerra en los territorios.

En Popayán, se llevó a cabo la primera cumbre de víctimas del conflicto armado, bajo el lema ‘Construyendo alianza con un Popayán incluyente por una paz positiva con las víctimas’. La Unidad para las Víctimas también reconoció a organizaciones e instituciones comprometidas con la garantía de los derechos de esta población.

Esta información tristemente reveladora nos lleva a cuestionar la verdadera efectividad de las acciones conmemorativas y de reparación. ¿Son suficientes estos esfuerzos simbólicos y económicos para sanar las profundas heridas causadas por décadas de conflicto? ¿Cómo podemos garantizar una verdadera transformación social que asegure la dignidad y los derechos de todas las víctimas? Estas son preguntas esenciales que deben guiar nuestras acciones hacia una paz en el Cauca y en toda Colombia.

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