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InicioOPINIÓNPALOMA MUÑOZLa guardia indígena, custodios de la vida

La guardia indígena, custodios de la vida

A través de mi experiencia asesorando trabajos de grado, he aprendido valiosas lecciones sobre el significado profundo del “cuidado” en las comunidades indígenas. Para estas comunidades, el cuidado no es simplemente una responsabilidad, sino un deber y un derecho inherente que surge del reconocimiento y el respeto hacia la tierra, la madre que da origen a toda vida. Este cuidado está intrínsecamente ligado a la comprensión de lo sagrado y de los “espíritus mayores”, subrayando una conexión espiritual que va más allá de la mera protección del medio ambiente.

Uno de los estudiantes me dijo un día: “Ser guardia indígena es ser testigo y custodio de la vida y de la madre tierra. Es cuidar la semilla, un acto espiritual”. Esta frase encierra y abre un entendimiento de la naturaleza que trasciende lo físico y se adentra en lo espiritual y comunitario. Ser guardia indígena significa más que vigilar territorios materiales; es una manifestación de respeto y amor por la vida en todas sus formas, un compromiso espiritual con la preservación y armonización del entorno.

En la Universidad del Cauca, la semana anterior, tuve la oportunidad de moderar una mesa sobre la praxis pedagógica, donde se presentaron diversas ponencias. Una de ellas me llamó la atención por sus reflexiones. Trató sobre la Guardia Indígena en la formación de comunidad. Este concepto, según el ponente, implica “actos de cuidado” y “ser guardianes del tiempo de la gente”. En otras palabras, la Guardia Indígena se dedica a proteger la vida y la humanidad, custodiando los territorios mientras los tehualas o médicos tradicionales armonizan y sanan y están acompañados de sus ancestros o espíritus mayores.

Durante la ponencia del estudiante de maestría, surgieron observaciones de los asistentes sobre la necesidad de no militarizar la Guardia Indígena. Se enfatizó que estos guardianes no llevan armas, solo el bastón de mando, también les recomendaron que no deben asumir posturas belicosas para no desvirtuar su verdadero significado como custodios. En respuesta, el ponente indígena explicó: “La Guardia Indígena es un largo andar y nos acompaña la huella de nuestros ancestros. La huella es la fuerza que nos han dejado y vamos construyendo, vamos cuidando los territorios y las comunidades y sus acciones como la minga, por eso, Juan Tama y Quintin Lame son nuestros custodios”.

Esta reflexión resalta la honda conexión de la Guardia Indígena con sus raíces ancestrales y su compromiso inquebrantable con la protección de sus comunidades y territorios. La Guardia Indígena no solo representa una figura de vigilancia, sino un símbolo de resistencia, cuidado y respeto por la vida y la cultura.

Este aprendizaje me ha llevado a estas reflexiones que hoy les comparto, sobre nuestras propias responsabilidades hacia el entorno y la comunidad. Me ha hecho cuestionar cómo nuestras acciones diarias pueden alinearse con estos valores de cuidado y protección. Al cuidar la naturaleza, la vida, no solo protegemos nuestro futuro, sino que también nos acercamos a comprender y honrar la esencia misma de la vida y el Creador (llámese Dios, espíritu, ser supremo, espíritus mayores o shaw’) valorando cada ser como parte integral de un todo sagrado.

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