En un país marcado por su rica diversidad cultural, la iniciativa del Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes de reconocer a los artistas y gestores culturales que han dedicado su vida al enriquecimiento del patrimonio cultural es un paso significativo hacia la valoración y preservación de la identidad. Entre los 70 seleccionados en todo el país, entraron en la selección cinco caucanos. Voy a hablar de uno de ellos que por ahora se trata del escritor y poeta Alfredo Vanín.
La primera vez que supe del poeta Alfredo Vanín fue en la Casa de la Cultura de Popayán, hace muchos años cuando precisamente a través del programa CREA, un programa cultural del gobierno nacional de ese entonces, se seleccionaron artistas y gestores para participar a nivel regional y luego en un gran evento de reconocimiento a nivel nacional en Bogotá. Alfredo Vanín era una nueva voz del Pacífico, con un tono pausado al hablar. Necesitábamos contactarlo en Guapi para poderlo traer a un recital a Popayán y que se encontraría con grandes escritores reconocidos de talla nacional. Pero en ese entonces, era un lio las comunicaciones y durante un mes intentamos cada día llamar a Guapi donde él residía. Hasta que por fin lo logramos, pero resulta que no estaba y la señora que nos atendió dijo: “No tengo lápi pa’ anota” y colgó. Quedamos atónitos con Jorge Lara mi compañero de trabajo en la organización de ese evento (pues yo trabajaba en la gobernación como jefa de Extensión Cultural del Departamento). Fue una odisea contactarlo, hasta que por fin nos encontramos con un hombre, con una voz de hablar pausado, como si sus palabras brotaran de un río tranquilo. Le explicamos de que se trataba y luego en el evento leyó unos versos que evocaban la vida sencilla de los ríos. Nos ofreció unos poemas que pintaban una escena muy doméstica de la localidad donde él nació, a Saija, Guapi, Cauca.
Alfredo Vanín se destacó no solo como un poeta del Pacífico, sino como una figura que encarnaba la magia y el encanto de los manglares, la selva y su gente. Su obra nos lleva al corazón de una comunidad que necesita ser escuchada y valorada, y nos recuerda la importancia del aporte cultural y económico de la diáspora africana en Colombia. Sin la presencia afrodescendiente, el perfil cultural y económico del país sería completamente diferente. “La influencia afrocolombiana se manifiesta en muchos aspectos de nuestra vida diaria, desde la música y la gastronomía hasta el modo de ser social, religioso y político”, expresó Vanin en el evento de CREA.
La presencia de Alfredo Vanín dejó una huella en el evento, un hombre sencillo, pausado convirtiéndose en una referencia esencial en toda la costa del Pacífico colombiano. Años después, nos fuimos encontrando en los intersticios de la academia y más cuando la Universidad del Cauca le otorgó el título de doctor de honoris Causa, un trabajo diligenciado por algunos profesores para que se le hiciera ese reconocimiento por su aporte literario porque como él dijo: “Sin la presencia étnica afrodescendiente el país hubiera sido otro”.
