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Mirando hacia el cielo, pero también a los lados

Alejandro Mina Zapata

Esta semana, mundialmente se ha conmemorado la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Es interesante ver las expresiones de contrición de las personas en diferentes espacios. Cómo el castigo del cuerpo se vuelve símbolo de arrepentimiento, que, aunque está anclado a una idea del catolicismo, muchas veces refleja ese pensamiento humano en el que pareciera que solo el autoinfligirse dolor (físico o emocional) puede hacernos sentir un poco mejor por las acciones equivocadas que cometemos.

No obstante, y aunque es muy importante poder recordar todo el sacrificio realizado por nosotros. Hay que detenerse a pensar en que la otredad sufre y ha sufrido diferentes situaciones que muchas veces como país ignoramos o pasamos como normales.

A pesar de los esfuerzos por la memoria que se han hecho desde diferentes ámbitos, hace falta mucho para que como sociedad entendamos que no es solo un momento, sino que la identificación con el dolor de los demás y con toda su humanidad, debe ser algo constante para que podamos vivir en una sociedad tolerante, con tacto, y, por consiguiente, acogedora para quienes la habitan.

En psicoanálisis existe el concepto del gran Otro, desarrollado principalmente por Lacan en 1955. Este concepto se refiere al otro que no es realmente otro, sino un reflejo, una proyección del yo. Esto es al mismo tiempo, el semejante y la imagen especular; o sea, que está inscrito en el orden imaginario. Esto quiere decir, en otras palabras, que muchas veces reflejamos nuestros miedo o pensamientos en el otro, creando seres humanos totalmente basados en nuestros pensamientos o preconceptos, personificando la idea que tenemos de ellos, creyendo que esa es la realidad, y usándolo como insumo para analizar la que vivimos en sociedad.

De ahí nace un problema al acercarse a los demás, que no escuchamos u observamos al otro por entenderlo en su particularidad, sino para poder, según nuestra concepción, categorizar al gran Otro y dar opiniones superfluas sobre la situación que vive, o, incluso, sugerir acciones y aseverar medias verdades sobre lo que sucede, aunque no tengamos ni idea en realidad de lo que sucede. En Colombia, por ejemplo, las personas sufren y han sufrido por un conflicto armado cruento que tiene un saldo de más de ocho millones de víctimas. Sin embargo, muchos se atreven a hablar de guerras civiles, o de niños como máquinas de guerra, todo ello basado en su propia idea de lo que el gran Otro es, cuando la realidad muestra que eso que se dice no es sino nefasto para cualquiera.

En esta época de reflexión también debemos mirar hacia los lados, mirar hacia quienes nos rodean y poder identificarnos con los que sufren. Asumir nuestras propias responsabilidades y despojarnos de nuestras preconcepciones para poder contribuir a la sanación de los que nos rodean. Que el gran Otro desaparezca para dar paso a lo que realmente es la persona, y no la idea que hemos hecho sobre los demás.

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