Con el inicio de la Semana Santa y más en mi ciudad, Popayán, en donde nos disponemos a vivir una tradición patrimonial religiosa, cultural, con la ritualidad de las procesiones, los conciertos del Festival de Música Religiosa, conciertos populares con variedad de temáticas y géneros musicales, visitar y comprar en las exposiciones de las artesanías, visitar distintas exposiciones artísticas, arreglar el país alrededor de una taza de café con los amigos y porque no, vivir tan solo el descanso laboral para imbuirnos en esas pequeña cosas que a veces aplazamos, por la velocidad cotidiana, pero hacer un alto para tomar acciones bonitas de la vida que se han quedado en suspenso. Así entonces, mientras redacto este editorial estoy escuchando un recital del cantautor argentino Facundo Cabral “No estás deprimido, estás distraído”. Sus palabras, en ese recital cargadas de sabiduría y perspicacia, resuenan en mi ser interno y creo que también puede surgir el mismo efecto en aquellos que quieran escucharlo. Entre sus mensajes más emblemáticos, destaca las reflexiones sobre la tristeza y la distracción, temas tan relevantes en la sociedad contemporánea.
“No estás deprimido, estás distraído”, una frase que trasciende el tiempo y las fronteras, invitándonos a mirar más allá de la superficialidad de nuestros problemas. Cabral no solo nos ofrece una visión diferente de la tristeza, sino que también nos insta a reconocer la belleza y la plenitud que nos rodea. Nos recuerda que la vida está llena de maravillas, desde los más simples hasta los más grandiosos aspectos de la existencia.
En un mundo obsesionado con el éxito material y la búsqueda constante de felicidad externa, las palabras de Cabral resuenan con una claridad inusual. Nos confronta con la realidad de nuestra distracción, esa incapacidad para apreciar lo que realmente importa en nuestras vidas. En lugar de andar en la insatisfacción perpetua, nos desafía a despertar y a reconocer la riqueza que yace en cada momento presente.
Sin embargo, la reflexión de Cabral va más allá de una mera exhortación a la gratitud. Nos invita a cuestionar nuestras percepciones y a explorar la profundidad de nuestra propia existencia. En un mundo marcado por la ansiedad, la depresión y la desconexión; espero me disculpen por escribir estas palabras que pueden parecer egoístas ante tanto dolor que vive nuestra gente del Cauca, pero las palabras de Cabral por el contrario nos permite valorar la vida con todos sus altibajos.
Sus reflexiones sobre la tristeza y la distracción nos invitan a repensar nuestras prioridades y a reconectar con lo que realmente importa en la vida. En última instancia, nos recuerda que la verdadera riqueza no se encuentra en lo material, sino en nuestra capacidad para apreciar y valorar cada instante de nuestra existencia.
