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Oposición y renuencia al cambio

Por CARLOS E. CAÑAR SARRIA

carlosecanar@hotmail.com

Ni más faltaba, que en una auténtica democracia no exista oposición. Es imprescindible para medir los alcances y limitaciones del ejercicio del gobierno y para sentir las reacciones de las diferentes fuerzas políticas, económicas y sociales. Y desde luego, para ejercer control político, independientemente se trate de gobiernos de derecha o de izquierda. De lo contrario lo que existiría sería una dictadura, una tiranía donde quien o quienes ejercen el poder ejecutivo, terminan gobernando con poderes omnímodos.

La democracia es el régimen político colombiano y el sistema político es el presidencial, al igual que en la mayoría de países latinoamericanos. Así a muchos les incomode, pero la verdad, en un sistema presidencial como el colombiano, el presidente tiene mucho poder, pero no es su culpa, es culpa de la Constitución Política y está estipulado en el artículo 189, esencialmente, 12 atribuciones presidenciales..

El problema se presenta en el momento en que el sistema presidencial degenera en presidencialismo, que es cuando, por ejemplo, se abusa del poder y el ejecutivo se pone por encima y condiciona a su antojo a los demás poderes. Casos se han dado en la historia reciente republicana.

De modo que en el ejercicio de la democracia, una oposición reflexiva, argumentativa, propositiva, seria, responsable, no sólo es necesaria sino también imprescindible.

Este tipo de oposición es la que requiere el país. Una oposición que busque consensos, empecinada en el bien público; dispuesta a criticar lo malo, proponer soluciones, reconocer lo bueno y contribuir a direccionar los caminos cuando considere que al presidente-que no es perfecto -le llega el momento de reorientar sus rutas.

La democracia es un régimen político de consenso pero ello no significa menospreciar el disenso. Por eso la oposición debe ser incluida y escuchada como algo normal en una democracia.

Sin embargo, es común observar personajes maníacos en obstaculizar todo cambio que requiera el país, muchos de esos personajes, tuvieron la oportunidad de gobernar pero nada bueno hicieron cuando detentaron el poder; no nos referimos sólo a expresidentes, sino también a ex vice expresidentes, ex ministros, ex gobernadores exalcaldes, etc.; buenos para criticar y obstaculizar lo que pretenden realizar o realizan los gobernantes de turno, pero cuando gobernaron o tuvieron poder, pasaron a la historia sin pena ni gloria, de manera vergonzosa. Algunos de estos personajes dejaron ver sus caras de manera patética en la reciente marcha contra el presidente Petro.

En una democracia la protesta social y las marchas son legales si se hacen pacíficamente; faltará ver si son legítimas; si las motivaciones son justas y racionales las harían también legítimas.

La falta de una prensa libre y responsable le hace mucho daño a una democracia. En Colombia algunos de los denominados grandes medios, falsean la verdad y atropellan la ética; su labor es desinformar y manipular; medios que fungen como oposición; y claro, son oposición pero indecorosa e ilegítima.

No puede ser legítima una oposición que sólo se preocupa por mantener incólumes sus privilegios.Esa jamás será oposición democrática.

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