Por Eduardo Nates López
Para comenzar, transcribo esta frase del articulo de la revista SEMANA que está circulando: “El gobierno Petro puso en marcha una poderosa máquina de sobornos para lograr la aprobación de sus polémicas reformas en el Congreso.” Eso dijo Sneyder Pinilla, exsubdirector de la UNGRD, entidad que como indica su nombre, terminó en un desastre…
En algún momento, al comienzo de la legislatura 2022-2026, algunos ingenuos creímos que en el Parlamento habría bastante gente “Decente” (como se hacen llamar algunos -que resultaron los peores-), que ejercería sus funciones con honestidad; que aprobaría lo necesario y negaría lo inconveniente. Tampoco oculto que (aunque me lo advirtieron) creí en las palabras de posesión de Petro (el 7 de agosto de 2022). “Tengamos paciencia” … -me dije- Y el primer gabinete ministerial me sirvió de apoyo… Hoy no tengo claro a que horas se “volteó el aguamanil” y comenzó a pasar todo lo que está sucediendo… Al punto que da miedo prender el radio, la televisión o abrir un periódico, para leer las noticias asqueantes que salen de la Casa de Nariño, pasan por el Congreso Nacional, toman rumbo hacia los despachos públicos, sus contratistas, y se extienden como manchas de aceite negro, mezclándose con los ríos de sangre que corren por los campos colombianos a causa de las innumerables facciones de guerrillas y bandas de narcotraficantes… Y todo esto cubierto por un inmenso, absurdo y paradójico paraguas, al que le quieren llamar: “La Paz Total.”
Ya no se puede decir que la “tapa” es el escándalo de esta semana, (por que puede llegar otro peor…). Los maletines con billetes rondan las calles de Bogotá o Montería, en manos de funcionarios, buscando a los destinatarios para, supuestamente, “lubricar” el trámite de las reformas que está presentando el ejecutivo.
La revista más leída del país, publica una carátula en la que aparecen las fotos de: El exsubdirector de una entidad sumamente importante del estado; El Ministro del Interior; El Presidente del Senado; El Presidente de la Cámara; La Consejera Presidencial para las Regiones; y el Director del Departamento Administrativo de la Presidencia, (Dapre), bajo el titular: “El Gobierno Petro los compró”.
El “Pacto” se formó, con el único propósito de ganar las elecciones. Petro, derrotado, se quedó cuatro años en el Senado, rumiando su derrota (gracias a la absurda norma según la cual todo derrotado en las urnas recibe un premio seco: curul en el Senado, o la Cámara, o la Asamblea o el Concejo). Y luego se le ocurrió la majadería de acercar los no elegidos (que estaban viendo desfilar por los pasillos a los mercenarios de la política que habían ganado con Uribe, con Santos y con Duque). Estimó que esos “Cristos”, “Roys”, “Benedettis”, “Claudias” y “Velascos”, había que sumarlos para no volver a perder. Los subió abordo y formó el “Pacto” -al que, traicionando el significado del adjetivo, le llamaron “histórico”. De la mano de aquellos mercaderes llegaron, como hienas, a los puestos, todos sus monaguillos que hoy integran el “coro” presto a cantar en la Fiscalía, sobre el más atroz latrocinio al Tesoro Público. Estamos cosechando el error de preferir el culto a la personalidad de los caudillos, en contra de los partidos políticos. Hemos pasado de tres partidos, con los que el país avanzó por más de 150 años, a 36 agencias de avales, carentes de toda base ideológica, ausentes de visión de país, y con la meta única de la próxima elección. Así llegó Petro al poder y creyó que podía seguir comprando votos para sus reformas. Por eso está más atollado que nunca… Mientras el único que no se dio cuenta de que andaban “de compras” es el ministro que tiene bajo su égida esa plaza de mercado donde funciona el Congreso de la República… (con algunas excepciones conocidas…).
Pero lo más grave de todo esto es la pregunta que todos nos hacemos: ¿Hasta cuándo?
