Por RODRIGO SOLARTE – rodrigosolarte27@gmail.com
El proceso salud enfermedad lo concebimos personal, familiar, comunal y colectivamente. Hay sociedades enfermas reciclando la enfermedad. Otras como la nuestra al dar mayor importancia a la vida y salud está entrando en transición.
Las pandillas también están en estratos y tienen élites dirigiéndolas. Dirigentes corruptos apropiándose de lo público y privado, pagan mercenarios producto de esa misma sociedad para aumentar el poder económico que ha ido de la mano con el político.
Los hábitos y costumbres mafiosas son también contagiosas. Las violencias se multiplican al concebir al otro o diferente como enemigo de esos intereses que en el capitalismo se centraron en el dinero o medios para acumularlo, y en el socialismo prostituyeron los principios y valores altruistas, equitativos y solidarios incluyendo lo económico que los debe caracterizar.
Las injusticias miradas colectivamente son las madres de las pandillas. Las élites económicas también consideran injusto que no les permitan hacer lo que siempre han hechos. Su transición como victimario es diferente a la de la víctima.
En esta breve reflexión escribo sobre transiciones humanas de conciencias no extremas, las que médicamente consideramos posible mejorar, si Estado, sociedad, comunidades y familias se lo proponen, incluyendo lógicamente el Ser humano o sujeto víctima, cuya voluntad de mejorar o cambiar con el proceso de apoyo es fundamental.
El abordaje estructural de esta problemática en Colombia tiene similitudes y diferencias regionales. El intercambio de región entre pandillas es frecuente, dependiendo de la especialización delictiva alcanzada y objetivos que persigan quienes los reclutan.
Como proceso solidario con la niñez, juventud y las familias de todas las etnias, culturas y estratos, gestado desde El Cauca con los estratos sociales y económicos, marginados, pobres o de menos ingresos, la crianza con y desde las familias promoviendo el BUEN TRATO y la Solidaridad, continuará después de este primer cuatrienio de iniciado ( 1999-2024 ).
Considerada la realidad existencial de las Pandillas en general con la historia particular y regional del Cauca con su riqueza geológica natural y humana desde el campo y poblaciones, objeto de maltratos estructurales por ellas y ellos resistido, entendemos y compartimos como ciudadanos, los esfuerzos gubernamentales y solidarios, incluso internacionales, para enfrentar por todos los medios a quienes promueven, financian y arman estas pandillas.
El mismo Gobierno del Cambio, comprometido con claridad, decisión, propuestas y acciones consecuentes con lo político, jurídica, económica y organizativamente posible, está en transición popular, cultural, democrática y constitucional.
Al interior de Instituciones como nuestra Universidad pública del Cauca, la pluralidad de sus estamentos y egresados es manifiesta, incluyendo a quienes, sin mayor sustentación se oponen a los Cambios, y una mayoría en transición política, filosófica, humana y científica, garantista a futuro de la formación integral y estructural que estos complejos tiempos de nuestra historia ya bicentenaria, necesitan.
Lo humanamente construido es humanamente mejorado o cambiado por nosotros mismos con los liderazgos pertinentes.
Incluyamos la Crisis climática con lo humano aportado para ello. Hay pandillas que niegan esta realidad científica sustentada, e incluso atribuyen catástrofes o prevenciones demoradas al gobierno actual y a Gustavo Petro en particular, por su liderazgo también internacional sobre el tema, con historia, ejemplos y las pertinentes necesidades del Cambio necesario si aspiramos sobrevivir como especie.
Las Pandillas juveniles son expresión de la enfermedad estructural existente en esta etapa del Neoliberalismo salvaje que las ha considerado como delincuentes por las violencias aprendidas en la deshumanización alcanzada por ese sistema de valores hegemónicos todavía, y que se recicla en ideologías mercantiles de la vida humana planetaria.
Difícil el cambio de ese paradigma que Latinoamérica en el Continente de la esperanza y específicamente, Colombia, administrado por la corrupción que sigue destapándose y el Narcoparamilitarismo, ha decidido enfrentar reivindicando pacíficamente SER HUMANO, VIDA, DERECHOS Y JUSTICIA para alcanzar la PAZ COLECTIVA E INDIVIDUAL Y FAMILIAR que merecemos sin distinciones de ninguna índole.
