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Pero ¿Cuál cese al fuego?

El reciente anuncio del presidente Petro sobre la suspensión del acuerdo de cese al fuego bilateral con las Disidencias de las Farc ha desencadenado una serie de reflexiones críticas sobre el estado de la paz total en Colombia. Esta decisión, tomada en respuesta a los sucesos recientes en el Cauca, ha vuelto a poner en primer plano la compleja situación que enfrenta el país en su búsqueda de una paz duradera.

Es evidente que la paz es fundamental para Colombia después de medio siglo de violencia. Sin embargo, la suspensión del cese al fuego plantea interrogantes sobre la efectividad de los mecanismos de negociación y el compromiso real de las partes involucradas. Una realidad tan compleja que se ha venido presentando en el departamento del Cauca y sur occidente al ver que ese periodo temporal bilateral de cese al fuego, no estaba funcionando, puesto que los grupos armados ilegales aprovecharon estos tiempos de supuesta calma para reagruparse, rearmarse e incluso consolidar su posición estratégica, lo que ha socavado los esfuerzos de paz.

Muchas de las comunidades del Cauca, Valle del Cauca y Nariño no estaban conformes con ese cese al fuego, porque el incremento de control social y de liderazgos, ha sido evidente por parte de este grupo armado. Al punto tal que hasta en la Minga realizada el fin de semana en Santander de Quilichao y Cali plantearon que el cese al fuego no estaba funcionando. Y además esbozaron que la presencia de la fuerza pública debe ser una fuerza protectora, porque los enfrentamientos generan desplazamientos por la retaliación que tiene y va a tener de este grupo armado.

¿Estábamos realmente avanzando hacia una paz total, o estamos atrapados en un ciclo interminable de violencia y negociación?

La suspensión del cese al fuego también resalta las limitaciones de este tipo de acuerdos temporales. Aunque pueden ofrecer un alivio momentáneo y abrir la puerta a negociaciones políticas, también pueden ser utilizados por los grupos armados ilegales para aumentar su control sobre la población y perpetuar la violencia y que era lo que ha estado sucediendo. Además, las consecuencias humanitarias de esta suspensión van a ser inevitables, incluyendo un aumento de los desplazamientos forzados y el reclutamiento de niños. Por eso, el gobierno debe estar preparado.

En última instancia, la suspensión del cese al fuego es un recordatorio de que la paz en Colombia sigue siendo un objetivo esquivo y complejo. Se necesitan medidas audaces y comprometidas por parte de todas las partes involucradas para superar los obstáculos y avanzar hacia una paz duradera. ¿Será que en Colombia si podremos dejar atrás el legado de décadas de conflicto y construir un futuro más pacífico y próspero para todos los colombianos?

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