Por: Sebastián Silva-Iragorri
Terminada la Semana Santa se inician rápidamente los debates sobre las reformas presentadas al Congreso por el gobierno del presidente Petro. Serán semanas decisivas sometidas a las más intensas argumentaciones y razones de un lado y del otro para tratar de aprobar, modificar o archivar las reformas. Considero que de las presentadas hay tres que figuran como más esenciales, la de salud, la pensional y la laboral. Allí estarán concentradas las fuerzas nacionales y de opinión. Habrá marchas, mítines, protestas, discursos de toda clase, en fin, discusiones de alto y bajo nivel, pero confrontaciones permanentes. La reforma a la salud tiene días muy complicados, de los 14 miembros que integran la comisión séptima del senado 9 de ellos se oponen. Según noticia no oficial hoy martes 2 de abril de 2024 se debe haber convocado sesión de esa comisión para entrar a debatir la reforma que tiene 3 ponencias, una para archivar, que parece ser la mayoritaria, otra alternativa y otra a favor de la reforma. Lo he repetido muchas veces, no estoy de acuerdo con la reforma presentada por el gobierno pues me parece regresiva, con un contenido ideológico marcado y ya probado en otros países con fracasos registrados. No es conveniente estatizar todo el sistema de atención, ni burocratizar el proceso y menos aprobarlo sin datos reales y definitivos sobre su costo. El ministerio de hacienda jamás ha dado una respuesta técnica y real sobre el valor anual con indexación respectiva sobre el precio del montaje de una obsoleta y pesada plataforma estatal de atención. Esto me parece dilatorio, enredado, ineficiente. Los países que estrenan socialismo siempre empiezan colocando sus pilares fundamentales con reformas a la salud para entrar a un manejo de atención al paciente con ciertos criterios de dominio personal, favorabilidad política, clientelismo y privilegios sin soporte, ingresando a un laberinto burocrático lleno de trabas, obstáculos y dificultades que llevan a la confusión y desmotivación general. Pero fuera de la atención en salud, está el tema del manejo de los recursos que quieren entregarse a una institución pública, el ADRES, que no tiene la capacidad para asumir esas funciones de pagar en 30 días el 80% de las deudas a las IPS. En el proyecto la auditoría la harían las EPS actuales que a su vez serían gestoras sociales. Las EPS tendrían que empezar un proceso interno de capacitación pues no fueron creadas ni tienen experiencia alguna en esas extrañas funciones para ellas.
Lo que hay que hacer es fortalecer las EPS con arquitectura tecnológica y alta gerencia, controles de calidad y programas de mejora continua para seguir ampliando los servicios, para agilizar cuentas, para profundizar en la prevención, obtener agilidad en el servicio de especialistas y también mejorar las condiciones de todos los funcionarios y contratistas del sistema. Creo que el proyecto presentado por el gobierno nacional debe archivarse y construir una nueva reforma a fin de presentarla a partir de las sesiones del 20 de julio, con ajustes actualizados y modernos y continuando con el sistema mixto de privados y Estado, consensuado con las entidades del sector sin ideologías marcadas y con el único propósito de mejorar y ampliar los servicios con la dinámica exigida a las atenciones en salud.
La reforma pensional tiene muchos interrogantes que entrarán a discutirse en los próximos días. Hay que garantizar que el ahorro del público no pueda pasar a ser manejado por el gobierno a su antojo circunstancial.
La reforma laboral no puede ser una barrera más que frene la creación de empleo y amplíe privilegios a sindicatos y a sectores formalizados. La lucha debe ser para atraer informales y emplear al que está afuera, es decir incorporar a las fuerzas del trabajo a esos alto niveles de desempleados del 11,7% que hoy registra el País.
Muy atentos entonces colombianos pues los próximos días serán decisivos para el porvenir de la Patria.
