Hoy 21 de mayo se conmemora el Día de la Afrocolombianidad, en remembranza a la abolición de la esclavitud en Colombia (21 de mayo de 1851). Abolición al menos en el papel, porque en la práctica se demoró cien años en ser aceptada. No obstante, esta conmemoración tiene sus raíces en la lucha por los derechos civiles y la igualdad de oportunidades de los afrodescendientes. Lo anterior porque, históricamente, ellos han enfrentado la discriminación, la exclusión y la violencia debido a su color de piel, su origen étnico y su cultura. Sin embargo, también han demostrado una gran resiliencia, creatividad y capacidad para transformar sus condiciones de vida y las de sus comunidades.
Pero miremos nuestros orígenes. Si miramos a todos los lados de nuestra vida, ahí está África. Está entre nosotros, en el origen de la humanidad, porque el ADN de nuestra especie proviene de ese continente: “El esqueleto negro”, dirán algunos. Cuna de humanos con una enorme diversidad: 800 etnias y 800 lenguas en 53 países. Todo esto en un continente invisibilizado y fracturado por los repartos coloniales (Francia, Portugal e Inglaterra). Nosotros y nosotras, los colombianos y latinoamericanos, hemos tenido a África a nuestro lado desde los años 1600. Tan, pero tan cerca, que está en nuestra sangre, en nuestros cuerpos, en la música, en la literatura, en la comida, en las matemáticas, en la danza, en el habla, en las costumbres, en nuestros amigos y en nuestros coterráneos; es decir, está entre nosotros.
El continente africano está en Guapi, en López de Micay, en Timbiquí, en el Patía, en el norte del Cauca y en el 38 % de la población caucana. Eso significa que ha estado en toda Colombia: en Quibdó, en Cartagena, en Cali, en Barranquilla, en Montería, en el golfo de Urabá, en Tumaco y en San Andrés, Providencia y Santa Catalina. En todo el continente latinoamericano ha estado presente y vivo: está en Cuba, en todas las islas de las Antillas, en Brasil, en las Guyanas, en Perú y en Ecuador, entre otros países. Esto quiere decir que África siempre ha estado muy cerca de nosotros, en nuestros hermanos, amigos y amigas, en nuestras luchas e historias, pero ¿por qué pareciera, entonces, que seguimos excluyéndolos, discriminándolos y ahora se percibe que ha aflorado el racismo con todos sus señalamientos? Es cierto que se ve el empoderamiento político de los afrodescendientes y sobre todo de sus mujeres, pero ¿por qué en una época en la que se multiplica la comunicación entre culturas también se propagan los fundamentalismos? ¿Cómo es posible que se haya invisibilizado a todo un continente? Y es que solo nos muestran su miseria, pobreza, violencia y guerras. Ese es el África que nos han hecho creer que existe y no ese mundo de sabiduría, de grandes riquezas culturales, hospitalario, de amplia sonrisa, de generosidad, de valores y magnas historias.
Así las cosas, Por ende, el Día de la Afrocolombianidad es una fecha para reflexionar sobre las desigualdades y los desafíos que aún enfrentamos en Colombia y otros países. A pesar de las cicatrices que aún persisten, es importante reconocer y celebrar sus luchas, y el legado cultural de las comunidades afrodescendientes en nuestro país. La conmemoración también busca promover la inclusión y la participación plena de las personas de ascendencia africana en todos los ámbitos de la vida social, económica, política, espiritual y cultural.
