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Tecnocracia, populismo y politiquería

Por FERNANDO SANTACRUZ CAICEDO

Los conceptos que expondremos sucintamente son ambiguos, de interpretación múltiple y generan confusión. Bajo su égida, hemos sido gobernados durante siglos. El ejercicio del mando efectivo exige entreverarlos conforme a las necesidades de gobernanza: BUROCRACIA: servidores públicos adscritos a la organización estatal, reglados conforme a un orden jerárquico/funcional para tramitar asuntos concretos. TECNOCRACIA: gobierno ejercido con “expertos” en asuntos específicos de la producción/conocimiento. El desarrollo exige reformas que requieren soluciones técnicas a problemas políticos. POPULISMO: pregona la supremacía de la “voluntad popular” –que el líder cree personificar-, sobre las instituciones. Pretende atender/resolver preferentemente los problemas de las clases populares. Como movimiento político/ideología, enfrenta al Pueblo contra las “élites corruptas”. POLITIQUERÍA: empleo de procedimientos non sanctos para alcanzar/conservar el poder.

Gobiernos de izquierda/derecha se valen, indistintamente, de los tecnócratas para intervenir sus estructuras económicas e implementar los “cambios” exigidos por las necesidades internas/externas. Así ocurrió en la extinta URSS –planificación centralizada-; en el “socialismo” chino –planificación estatal/planeación privada-; en EE.UU., UE, Japón, Corea, Singapur –planeación indicativa-. “Especialistas” en planificación/estadística, economía/ingeniería, banca central/crédito público, agroindustrialización/comercio exterior, minería/regulación energética, turismo/ecología, etc., determinan los objetivos/prioridades estatales a lograr y orientan la burocracia. A efectos de exhibir realizaciones el Presidente Petro podría acompañarse de algunos tecnócratas que compartan su visión “progresista”, independientemente de su credo político.

La actual administración ha incurrido en designaciones erradas en ministerios, institutos descentralizados, diplomacia, etc., dignidades que, por su importancia, debieron desempeñar conocidos tecnócratas. Perjudica al gobernante nombrar “ineptos” en cargos de dirección/manejo, cuyo mérito exclusivo son sus praxis politiqueras y no el conocimiento tecnocientífico que reclaman ciertas posiciones. En justicia, también ha tenido aciertos: los tecnócratas nombrados/retirados de su gabinete inicial –Ocampo, López, Gaviria-. Hoy se distinguen algunos funcionarios que han realizado una gestión ponderable, apoyando/ejecutando decididamente las orientaciones presidenciales. Sin embargo, han carecido de coraje para alertarlo de sus propios yerros/ignorancias. Cuando se impone la voluntad “populista” del caudillo sobre los intereses nacionales, se guía al país hacia el abismo –“Abyssus Abyssum Invocat”- y, como cantara Atahualpa Yupanqui, ¡“en la mitad de la tarde, se hizo la noche”!

Conducir la cosa pública precisa conocimientos concretos/experiencia administrativa, que NO admiten improvisación. Discriminar “activismo político” y “conocimiento tecnocientífico” constituye error craso puesto que, ni el “compromiso” con el Pueblo ni el “saber académico”, sin ensambladura, son suficientes para operar acertadamente los asuntos estatales. Ambos conceptos están imbricados y son claves para adelantar un buen gobierno. El dilema de Petro radica en ocupar los altos cargos burocráticos con politiqueros serviles/incompetentes o descartar a los tecnócratas, tildándolos de neoliberales. Una TECNOCRACIA ACTIVISTA, apropiadamente controlada, podría rendirle importantes conquistas sociales al Presidente.

Con tenacidad Petro ha logrado que el Congreso apruebe significativos proyectos sobre reforma tributaria, pensional, jurisdicción agraria, etc., pese a las posiciones adversas de las Altas Cortes, partidos de oposición, consejo gremial, mass media, etc., instituciones que implementan estrategias para obstaculizar la materialización de su programa de gobierno, encaminándolo a extremar sus posturas, rechazar la coalición con fuerzas políticas diferentes al Pacto Histórico y descartar la colaboración de personas afines a su ideario. Ya notificó la renovación en su equipo ministerial; su descontento con algunos miembros por falta de logros –interior, agricultura, educación, vivienda-, etc.; su aval a la gestión de otros –hacienda, defensa, salud, ambiente, comercio-; el funeral de la “representatividad política”; y, el “respaldo popular” para presionar determinaciones judiciales/legislativas, circunstancia que aprovecha para potenciar “su” constituyente: ¡“Todo dependerá de las decisiones del pueblo… [L]o que llamo poder constituyente… [Q]ue el pueblo decida sobre su propia historia”! Tales pronunciamientos populistas/politiqueros, consolidan la oposición y obstruyen las concreciones programáticas.

Si no quiere enterrar a la “izquierda” indefinidamente, Petro tiene que ORGANIZAR conscientemente las fuerzas populares; CREAR un bloque social amplio, unido férreamente en torno a un programa reivindicatorio realizable; INSTAURAR la “pax romana”, a quienes se nieguen a negociarla; ESCUCHAR/EJECUTAR propuestas ajenas, que representen los intereses nacionales. ¡El tiempo vuela, la suerte está echada!

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