martes, julio 2, 2024
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The Plush Ripper

Por Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo I_56.

Wolf Creek Nuclear, El desastre nuclear en suelo americano. Capitulo I.

Lucía después de volver de Estados Unidos y haber conocido a John, no sabía si era su nombre verdadero o su alias, contacto a Silvio y le conto de las buenas noticias. Se reunieron en una carpa de tienda, cerca del Aeropuerto de Popayán, donde vendían empanaditas de pipian y la chibcha local. Mientras comían y se alejaban del resto de la gente bajo la carpa, hablaron de estos temas.

Silvio le hablo ese día de algo diferente, un amigo de la Universidad del Cauca lo invito a un café por la Iglesia de Santo Domingo, le conto una historia paranormal acaecida en el norte del Departamento, exactamente en Santander de Quilichao. Una chica que estudiaba antropología en la Universidad, se obsesiono con la cultura egipcia. Al principio tenía más conocimientos que su propio profesor que era un erudito, conocía historias sobre los antiguos egipcios que en la comunidad científica era tabús y empezó a hablar en lenguas extrañas, cuyo conocimiento de esto sus profesores desconocían y suponían que egipcio arcaico. Cuando visitaron su cuarto, estaba lleno de jeroglíficos egipcios que no atinaban a traducir.

Sus padres fervorosos católicos la llevaron al cura, un cura ya anciano con conocimientos en exorcismo, no vio ningún síntoma de posesión ni de nada maligno, vio si extraño que hablara idiomas desconocidos, pero ante el agua bendita y la lectura de los textos sagrados la chica no enfurecía, solo se quedaba en un mutismo y luego nada, recomendó entonces enviarla a un psiquiatra.

Lucía ya obsesionada con la traducción del papelito, le recomendó a Silvio un amigo de una logia contraria a la suya, pero con conocimientos en egiptología que le comentara el caso. Lucía: “no veo nada paranormal allí, solo otra mujer obsesionada como yo y rezo al cielo, no terminar así”, Silvio respondió: “amen”.

Ninguno de los dos patojos comprendía por ahora que todos los caminos conducen a uno solo o que todas las verdades son la verdad. Esa estudiante en verdad estaba obsesionada o poseída, o el destino de todos se manifiesta en muchas formas.

Shirley en New York, a pesar de su impunidad en los crímenes atroces cometidos en el tiempo, de haber ayudado con el derramamiento de sangre inocente en el mundo, de ser inmensamente millonaria y poderosa, no era feliz.

Planeo con la ayuda de su fiel IA “V.A.C.I.O” y otras más, un pequeño desastre nuclear en el centro de Estados Unidos, en el estado de Kansas exactamente. Más que la demostración de su inteligencia superior, ese lunes que se levantó con esa idea, era por calmar el aburrimiento.

La planta escogida por ser propensa a ser hackeada fue la Wolf Creek Nuclear Generating Station, situada en Burlington. Wolf, el nombre le gusto a Shirley y la escogió. En ciertos contextos Wolf tiene un significado negativo se respondió a sí misma.

Las IA habían dictado una probabilidad alta de fallas en seguridad en ciertos aspectos, pero “V.A.C.I.O” recomendó entrar al sistema por el servidor que controlaba la electricidad, Shirley fiel a su creación, siguió este consejo. La IA fiel de Shirley había detectado que un 13 de enero de 2012 en la planta nuclear, hubo un fallo de energía no debidamente explicado que afecto ciertos sectores externos, pero no el funcionamiento de la planta como tal.

A través de un portátil de un ingeniero de soporte que vivía en el Condado de Coffey, en un terreno alejado de Burlington, no muy cuidadoso con sus claves de seguridad y aficionado a la pornografía. V.A.C.I.O pudo hackear su equipo e ingresar a un servidor menor en la planta de Wolf Creek, de ahí escalar servidor por servidor hasta llegar al principal que contralaba la planta en sí. Paso lo descubierto a su ama, Shirley empezó divirtiéndose produciendo pequeñas fallas en el gran sistema, apagando aires acondicionados, cerrando puertas, se reía a carcajadas como si estuviera viendo un show de comedia, ya que lo observaba todo a través de las cámaras del complejo, al cual también había tenido acceso.

Empezó a parar el flujo del agua al rector y producir pequeñas fugas de agua radiactiva, los encargados no podían detectar las fallas y se echaban la culpa entre ellos, “típico de los hombres, pasaran a la violencia dentro de muy poco”, dijo en voz alta. Estas bromas tendrían consecuencias nefastas.

Los Maestros Caballeros de las tres órdenes de caballería que se reunieron en Casablanca, Norte de África, después de la ceremonia de ofrecimiento de sus vidas a la causa de la justicia, habían regresado a sus deberes diarios. Ellos y sus hermanos vivían el día a día como cualquier persona, podían ser desde profesores de escuela hasta detectives de investigación de agencias policiacas o secretas, pasando por médicos o simples taberneros. Ellos en la lectura de los textos sacros de las tres grandes religiones monoteístas, en oración permanente y la interpretación de los signos en el cielo, en el viento y el agua, ya dilucidaban el gran mal por venir. Sus trances místicos a los tres los conducían a una mujer, pero no eran claras las señales.

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