miércoles, julio 3, 2024
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The Plush Ripper

Por Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo I_61

Un Tulpa en New York. Capítulo II.

Los poetas y escritores afirman que cuando escriben un verso o una línea de una historia, sienten que alguien le habla al oído. También consideran que, al escribir, dan vida a la historia que relatan. Un par de ejemplos entre miles: hace muchas décadas, antes de que ocurriera la tragedia del Transatlántico Titanic, un cuentista relató esta historia casi al dedillo, con un nombre muy semejante al de la nave, así como parecidos eran el número de víctimas y el choque contra el iceberg. Igualmente, años antes de los acontecimientos históricos, un inglés escribió sobre una organización que vestía de negro y asolaba Europa: en su libro, se llamaban las SS. ¿Cómo es esto posible?

El poder mental es real y se puede visualizar: esto es precisamente lo que unos científicos de la Sociedad Parapsicológica de Canadá -la Sociedad Owen-, trataban de demostrar en la década de los 70: los fantasmas no eran efectos paranormales sino producto de una creación mental. Para demostrarlo, escribieron una historia con personajes, época y lugar, para luego invocar al protagonista en una sesión espiritista. Este apareció después de mucho tiempo, respondiendo solo las preguntas de su vida ficticia. Como la prueba de laboratorio funcionó para ellos, hicieron una demostración en vivo en la televisión. Con el tiempo, el “fantasma” empezó a hacer pequeñas bromas a sus invocadores y luego tomó un carácter oscuro. Los amigos de los científicos sugirieron que tal vez fue otra cosa lo que respondió al llamado de invocación. Pruebas semejantes se realizaron en otros países.

Una exploradora y periodista iniciada llamada Alexandra David-Néel relató haber visto seres con apariencia física humana creados por el pensamiento en sus viajes por el Tíbet; afirmó que, con años de práctica, ella misma creó algo que se conocía en esa cultura como un Tulpa.

Tanto en el Grimorio Perdido como en El Libro se relata que existía un objeto buscado por los magos oscuros para obtener el poder sobre la Tierra y el tiempo: el Libro Tibetano de los Muertos. Desde esas épocas antiguas viene la palabra Tulpa que representa la creación de un ser fantástico, una cosa, un animal, un ser humano, lo que se desee, mediante el poder de la mente.

Cuando los iniciados de la Orden Solar, a la que pertenecían las órdenes de caballería judía, musulmana y cristiana ingresaban al plano astral en sus ejercicios de iniciación, sus grandes maestros ya se habían enterado de que una gran maga oscura había tomado un demonio para su servicio. Tras días de discusión, los iniciados concluyeron que la mejor forma de luchar contra este espectro era creando uno igual, pero que no emanara de la oscuridad. Entonces decidieron manifestar un Tulpa, un concepto creado por la teosofía del misticismo budista que viene a significar un cuerpo emanado, una manifestación, forma del pensamiento o fantasma que emana. El término Tulpa puede haber sido tomado de tulku, noción budista de emanación, que significa aquel maestro que tiene el control sobre sus reencarnaciones.

Esta creación mental, si no se controla, puede llegar a desarrollar una conciencia propia que dejaría de ser una proyección mental de su creador y equivaldría a ser un alma residual, una aberración ante los ojos de la Divinidad, similar a un Frankenstein, un Golem o un Doppelgänger. De entre los iniciados de la Orden Solar se escogió a los más sabios para forjar esta creación física de un ser humano, con el propósito de llegar a Shirley a través del séquito que cuidaba de ella y de su demonio esclavo.

Un Tulpa, se crea sumando pensamiento por pensamiento, junto a una fe poderosa y visualización. La creación y destrucción de un Tulpa fue desarrollada desde los tiempos antiguos cuando era utilizado para aniquilar a los enemigos. Así, mes tras mes, varios justos crean su apariencia física, su vestimenta, su tonalidad al hablar, sus modales y su cultura. Mes tras mes, del mismo modo, pero al revés, se debe proceder para eliminarlo cuando ha cumplido con su misión, como desarmando un gran rompecabezas.

Cuando Ángela llegó a la zona del desastre en la planta nuclear, recibió una llamada del maestre de su Orden. El Caballero de la recién restaurada Orden Templaria le dio instrucciones sobre lo que debía hacer. La misión se acomodaba a los cambios que se producían siguiendo las nuevas pistas de los involucrados en el atentado. El Tulpa creado era Hermes, un hombre italiano de 35 años, guapo, de ojos azules, católico, de vasta cultura, cónsul, poeta y músico. Fue enviado a apoyarle a la soldado-monje quien desconocía a Hermes. –“Así debe ser”-, dijeron sus Maestres.

En el Central Park de New York está la aguja de Cleopatra, una de las 51 estatuas que hay en la superficie. Por el lado oeste se encuentra el edificio Dakota. El parque tiene más de 3 km cuadrados. Desde la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Estados Unidos comenzó la construcción de un gran complejo bajo la superficie del parque. De alguna forma, consideraban importante mantener en funcionamiento la Gran Manzana en caso de un ataque de cualquier índole: la considerada Segunda Capital no podía paralizarse. Con el tiempo, el proyecto fue desechado, quedando varios bunkers que tenían acueducto y alcantarillado propios: -“se selló y se botó la llave”-, como se diría comúnmente. Un cabalista judío conocía esta historia y la comentó a un buen amigo. Por este camino, La Orden Solar primaria de donde se desprendían las tres órdenes de caballería conoció el secreto y, allí, cerca de donde la nigromante Shirley trajo el mal al mundo, un grupo de ancianos creó a Hermes, un Tulpa humano honesto para contrarrestar esta gran perversidad.

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