Por Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X @moldergc
Capítulo I_51.
Los experimentos: Los Alpes, el grimorio perdido. Parte VI.
La organización Verehrung -“Culto” en alemán- planificó, entre otros proyectos, la Operación Valquiria: un plan que garantizara la continuidad del gobierno en caso de un colapso del régimen; con el tiempo fue modificado por los militares para tomar el control del Estado, asesinar a Hitler y negociar la paz con los Aliados, pero no sabían que dicha Operación estuvo infiltrada desde el principio, e igualmente idearon la Operación Viðarr.
Durante sus años en Viena, Hitler, que era un gran pintor, no solo fue iniciado en varias logias que vieron sus dotes, sino además su futuro. Conoció a un maestro quien le explicó que era un descendiente de un linaje de la estirpe solar. En las sociedades secretas adonde acudió, entabló gran amistad con filólogos, poetas, viajeros, exploradores, historiadores, pintores, escultores, músicos, actores de ópera, orfebres, entre otros: gente culta que hablaba tres o cuatro idiomas, que había viajado por el mundo y que, en general, descendía de familias que habían tenido tierras en las colonias alemanas en África. Cultos en demasía, podían tocar al piano las obras de la música culta, conocían a profundidad los clásicos de la literatura universal, así como la Biblia, el Talmud, el Corán, el Bhagavad-gītā, la mitología y los textos sacros de casi todas las culturas del mundo.
La mayor parte de ellos era pagana, pero poseían una fe insondable en su pasado ario y en las gestas nórdicas. Perteneció a ellos el gran iniciado Otto Rahn Obersturmführer de las SS, investigador de la leyenda de Parsifal, del Rey Arturo, de los cátaros y del Santo Grial -el cual encontró-. Todos ellos, exceptuando a Rahn, eran profundamente antisemitas y racistas, y creían en la eugenesia a raja tabla. Para la protección y guía de su Führer, idearon con el tiempo la Operación Viðarr: su misión era protegerse a sí mismos y a Hitler, aún si los militares, la Gestapo y las mismas SS llegaran a cometer alta traición. Las logias de las sociedades secretas contrarias a la iniciación verdadera eran las dueñas de la Alemania nazi y estaban infiltradas en todos los ámbitos del poder. Ellos, iguales a los brujos, consideraban a los nacionalsocialistas, simplemente, un medio para alcanzar un fin.
Antes de que la orden fuera enviada a Berlín para aniquilar al Führer, el brujo, contrario a sus camaradas, ideó una solución definitiva y atroz. Ofreció al Demonio toda vida de hombre, mujer y niño que se hallara dentro del complejo; nazis, esclavos y aún su propia vida, serían suyos. Y no solo eso: además, anunció al Gran Embaucador que sería traicionado y que nunca alcanzaría la liberación–lo cual era cierto-, pues los nazis habían creado aquel lugar para mantenerlo recluido y sujeto a sus caprichos. También le confió la existencia de los encantamientos y de signos fuera del complejo que el Demonio no podía ver, y le prometió todas esas vidas, más la oportunidad de vagar en el mundo. El Demonio, por supuesto, aceptó: podría llegar a sentir de nuevo, infestando y poseyendo a cualquier ser vivo para llevar la oscuridad a la Tierra.
El brujo procedió a borrar y tachar las inscripciones esotéricas sobre el complejo mientras recitaba un mantra que revertía la protección. Luego, quitó la cruz templaría y latina de la única entrada al último recinto donde era invocado el Demonio. El ente se llenó de más poder y despertó de la trampa que le había sido impuesta. Acto seguido, dibujando figuras geométricas en el aire abrió varios portales a otras dimensiones de donde emergieron figuras monstruosas, demonios menores que debían rendirle obediencia para llegar a ser liberados.
