martes, julio 2, 2024
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The Plush Ripper

Por Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X @moldergc

Capítulo I_54. Los experimentos: Tunguska. El grimorio perdido.

“El primer liberal, fue el Demonio”.

Dicho antiguo

Antes de los eventos sucedidos al final de la segunda guerra mundial con la pérdida de la Alemania nacionalsocialista frente a las potencias aliadas, La Providencia del Mal Absoluto que vino desde las estrellas, marchaba a su ritmo infectando a los hombres con su blasfemia y escogiendo a líderes que escupían al cielo a diario, hurgando la tierra, preparando la venida de aquel que ya había traicionado.

El Grimorio Perdido fue usado desde la antigüedad, cuando los humanoides extraterrestres visitaron la Tierra y, luego, en la época de los fariseos -su oscuridad se ha reflejado a gran escala en todas las épocas y lugares-, en los sacrificios humanos de los aztecas y en el de los niños en el Perú de los Incas. Este Libro Maldito produjo el hundimiento del continente de Mu en el Pacífico y en el norte, la tierra de Thule. En la edad moderna, el Grimorio Perdido fue manipulado durante la Revolución Francesa con el uso de la innovadora máquina de la muerte -la guillotina-, que sembró de sangre la tierra. Después fueron los nazis, y prosiguió con los soviets en sus campos de la muerte -los Gulag-. El Libro del Mal permitió que los bolcheviques ganaran la guerra civil. El asesinato de la familia real en la Rusia zarista fue un acto de magia negra, igual que cuando liquidaron a su protector, el místico Rasputín: era el preludio del mal que se avecinaba.

Cuando los bolcheviques conspiraron por su revolución, había entre ellos esotéricos, intelectuales y científicos profundamente antisemitas y ateos. Sus cabecillas no creían en el Dios Cristiano, pero sí consultaban astrólogos y nigromantes. Iniciados en varias logias, se les profetizó, no sin error, que el signo de la hoz y el martillo saldría triunfante frente a la cruz gamada. Lenin, Marx y Stalin tenían sus propios consejeros -que en el plano astral los protegían de sus enemigos-, igual que los líderes nazis no ejecutaban un solo paso sin consultar a las estrellas.

Esta camarilla había obtenido el Grimorio Perdido con el fin de alcanzar el poder en todas las Rusias a partir de métodos profanos, como siempre ha sido. El ente invocado en esa época no se podía contener en ninguna construcción hecha por el hombre; por esto, vivía en lugares apartados como la gran estepa rusa. Hasta allí fueron los Comisarios del Pueblo, los científicos, los médicos, los hombres cultos y los militares a pactar con una entidad surgida del fondo de la tierra, para que de la revolución de los oprimidos brotara la nueva era de la libertad para los pueblos.

El ente fue convocado del quinto cielo hacia abajo, pero al revés, desde lo profundo de la Tierra, como lo afirmaban los cátaros. Las víctimas propicias fueron trasladadas al lugar y los brujos, junto a los científicos, prepararon el bosque, la tierra y el agua con símbolos mágicos para invocar al demonio que, cuando surgió del fondo, devoró a algunas víctimas y a varios camaradas e hizo la pregunta de rigor: – “¿qué quieren y qué obtendré?”-. Los revolucionarios solicitaron ganar frente a los elementos conservadores y aristócratas para implementar el gobierno del pueblo. – “Os los daré”-, replicó el demonio, -“pero, a cambio, quiero muchos inocentes”-. – “Cuando tengamos el poder, con el arresto en masa de los contrarrevolucionarios surgirán las víctimas”-, respondieron los brujos. El demonio hizo unos cálculos sobre la población total y exigió sesenta millones de almas: Las hambrunas y los campos de exterminio produjeron aún más muertes.

Una mañana del 30 de junio de 1908, ocurrió una catástrofe conocida como el bólido o evento de Tunguska en la Siberia oriental rusa. La explosión que se produjo en el aire es catalogada hasta hoy como la caída de un meteorito, a pesar de que nunca se encontró el cráter: aplastó ochenta millones de árboles en un área de más de 2000 km² de bosque. La onda de choque fue de 5​ en la escala de Richter y la energía liberada fue el equivalente a 30 megatones de TNT. Una explosión de esa envergadura hubiera arrasado una gran metrópoli actual. A la fecha no hay una explicación creíble de lo que ocurrió ese día.

¿Qué salió mal?, ¿el trato no se realizó? Nunca se sabrá a ciencia cierta, pero la leyenda dice que un padre ortodoxo infiltrado o cazadores furtivos sabotearon la ceremonia, liquidando a distancia de un tiro certero al brujo que oficiaba el rito.

Los sobrevivientes de los Gulag -Dirección General de Campos y Colonias de Trabajo Correccional, treinta mil campos de la muerte, llamados con ironía “trabajos correctivos o campos de reeducación”-, testificaron sobre los horrores de la crueldad en el trato, de la construcción de canales, puentes o edificaciones sin ningún sentido práctico en medio de temperaturas de hasta treinta grados bajo cero. Hablaron también de la muerte por inanición, golpizas, congelamiento –las cárceles no tenían rejas ni muros de ningún tipo-, porque simplemente no tenían a donde huir en la bastedad de la estepa. Además, se habló de muertes a causa de la experimentación con humanos y cuentan sobre actos de magia negra en los que fueron obligados a participar. Tal vez lo acontecido en ese verano de 1908 fue un accidente, porque los soviets cumplieron a cabalidad su promesa de asesinar y torturar a millones de inocentes, y el demonio, por su parte, también había cumplido.

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