Una luna cercana

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Por: Sebastián Silva-Iragorri

Cuando observo la luna me siento estremecer, tiene algo difuso, distinto, lejano y cercano a la vez, apasionante, es una luz que parece guiar y de verdad alumbra los caminos en noches profundas y alegra los corazones con infinitos alardes interiores del espíritu produciendo resultados asombrosos en materia del amor.

Cuántos cantos a la luna, a la luna pálida como decía Silva o a la luna de octubre en la famosa canción o también en los paisajes ardientes de los Llanos como una luna roja, efervescente y crispante entre los murmullos del infinito despertar.

Una vez vi la luna muy cerca y me asombré porque recordé tantas leyendas y augurios que los antiguos le daban con solo mirar su intensidad de luz. La Selene de los griegos entusiasmaba multitudes y producía entre ellos oraciones para estabilizar las mareas, mejorar el clima, interpretar e imaginar los sueños y obtener premoniciones alucinantes. Los Romanos también estuvieron muy apegados a la luna, a sus anuncios por su luz y brillantez y sus mensajes para batallas y conquistas. Su impacto cultural sobrevivió generaciones y su encanto natural valió escritos y poemas que inspiraron espíritus y mentes.

Menguante, luna nueva, creciente y luna llena, que expresan una posición en cada momento y predicen crecimientos de cosechas, razones amorosas e inspiraciones eternas. Allí está la luna y allí seguirá expresando con pinceles de oro y perfumes los inmensos abismos infinitos del universo.

Una vez en una visita a Roma estuve mucho tiempo observando la luna desde el antiguo Foro Romano y me pregunté cuántas veces emperadores, senadores y ciudadanos observaron esa misma luna pidiendo inspiración o consuelo para aquellos combates verbales que configuraron la historia política del mundo y los cimientos jurídicos de la humanidad.

Las disputas políticas que siempre han existido en todos los países pueden tomar tal aridez que ni siquiera la razón logra hacer algo, pues las mentes se ciegan y obnubilan hasta llenar de confusión al espíritu para llevarlo al abismo de la destrucción, la violencia y las guerras civiles y mundiales.

La traición siempre ha sido castigada y en especial en las guerras y en sus antesalas. En Francia el director del periódico Le Fígaro fue asesinado por llamar traidora a la esposa del ministro de finanzas de esa época. Fue este ministro el creador del impuesto sobre la renta y gozaba de amigos y opositores con crueldad inusitada. Lo catalogaron de lunático que en el fondo era un elogio ante las inmensas posibilidades y efectos de este satélite de la Tierra. Situación similar ocurrió en nuestras regiones en el mandato del general Reyes. En ese periodo don Jorge Holguín logró un acuerdo con acreedores ingleses de algunas deudas en el tiempo de construcción del canal de Panamá. Enemigos políticos de Reyes elevaron su voz y su oposición al general atacando a Jorge Holguín por el convenio logrado con los ingleses y Santiago Pérez Triana escribió un libro contando sus reparos y titulado “Desde lejos”, de inmediato Holguín le respondió con otro libro titulado “Desde cerca” y se entabló una de las más altas y duras controversias de la época. En esos años Reyes sufrió un atentado y sus autores fueron condenados a muerte. ¿Cuántas noches de luna fueron testigos de todas estas conspiraciones, asonadas y sediciones? Presencia ilustre, limpia e inocente de la luna, satélite virgen de la Tierra, conquistada por un paso grande de la humanidad y en plan de exploración científica e histórica.

Cantos, poemas, escritos, alabanzas y promesas a la Luna durante todas las épocas que recuerdan los avances de nuestra civilización en evolución, transformación y conquista. Esta noche saldré a observar el firmamento y veré aún la luna llena. Lo que sea es maravilloso pues siempre será un referente del amor divino y humano e inspiradora de los juramentos de amor terrenal con visos de eternidad. “Luna que se quiebra sobre la tiniebla de mi soledad ……”

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