Por: Juan Camilo López Martínez
Felicidades a todos los mandatarios del departamento del Cauca. Sus planes de desarrollo fueron aprobados, sin ninguna anomalía y bajo decretos municipales y ordenanza departamental, por lo cual se encuentra en vigencia la ruta de acción que han trazado para los próximos cuatro años en sus territorios. Valga la pena mencionar, que en la mayoría de municipios estos han sido aprobados por unanimidad en el Concejo Municipal, salvo pocas excepciones, lo que en teoría quiere decir que estamos ante 43 documentos (municipales y departamental) que recogen el sentir comunitario del Cauca.
Dicho esto, y después de eufóricas celebraciones por parte de los mandatarios, porque consideran las aprobaciones de los planes de desarrollo un gran logro para su gestión, es importante realizar algunas reflexiones sobre los planes de desarrollo como principal mecanismo de planificación territorial, las cuales quiero dejar expuestas en este espacio de opinión:
- Se requiere de un ejercicio de planificación juicioso y certero sobre el territorio y lo que se va a realizar ahí. Muchos de los indicadores contienen apuestas generales, que deben ser aterrizadas en proyectos y actividades específicas. Para que esto se haga realidad se necesita una apropiación importante sobre la ruta estratégica de la entidad, por parte de los secretarios municipales y departamentales y por supuesto, un seguimiento estructurado que deben ejercer los concejales y diputados.
- Es momento de gobernar y pensar en el bienestar de los municipios y el departamento, pues si priorizan campañas electorales o creen, que sus dependencias les servirán de plataforma para sus futuras aspiraciones electorales, sin primero hacer un buen ejercicio administrativo y de política pública, van a fracasar en el intento.
- No olviden que el documento de plan de desarrollo, es un documento que deben revisar todos los días, para que sus acciones de política pública estén enfocadas en los objetivos del territorio, sean tomadas a partir de la identificación de problemas públicos y no de sus estados de ánimo con las comunidades, o peor aún con sus aliados o rivales políticos.
Ya no hay excusa, no se puede poner espejo retrovisor y culpar a las administraciones pasadas por lo que han hecho o no han hecho. Es momento de asumir y brindar resultados, ejecutar los recursos con bienes tangibles para la comunidad, sin perder de contexto que las dos principales problemáticas que en general están enfrentando nuestras comunidades son seguridad y bajos ingresos económicos.
