Por: Juan Camilo López Martínez
La principal prioridad en términos de planificación territorial y quizás también, en términos políticos para las administraciones locales que iniciaron su periodo en enero del año 2024, es la construcción del Plan de Desarrollo. Como todos bien lo saben, en este documento y a partir de lo dispuesto en la Ley 152 de 1994, se traza la hoja de ruta de los gobiernos en los próximos 4 años, pues todo en materia de inversión debe estar plasmado en el documento que previamente debe ser aprobado por el Concejo Municipal o la Asamblea Departamental, según corresponda.
Dicho esto, es importante mencionar que la construcción de los Planes de Desarrollo, se encuentra inmersa en un escenario difícil, en donde la agudización del conflicto armado y la crisis económica, política e institucional que vive el país, han atravesado esta coyuntura. Por tal motivo, es importante que el gobierno nacional y sus respectivas entidades no se encarguen únicamente de emitir circulares y lineamientos, en donde plantean todo lo que deben incluir los documentos finales de plan de desarrollo, con listas interminables de oficios (que de ser tenidos todos en cuenta, no se finalizaría de construir antes del 30 de abril ningún plan de desarrollo), si no también, que hagan una pausa, se prioricen necesidades y exista más coordinación institucional para enfrentar momentos de difíciles.
Hace cuatro años, todos y todas aceptamos que construir y planificar en medio de lo que recién iniciaba para esta misma fecha, que era la pandemia del covid-19, implicaba un reto grande y desconocido para los mandatarios locales y regionales, pues por supuesto ningún gobernante estaba preparado para lo que iniciamos a vivir en ese momento. En esa línea y en un ejercicio de analogía, es importante valorar la gran dificultad que están enfrentando los actuales mandatarios, pues en mi concepto, es complejo realizar un ejercicio de planificación tranquilo, en medio de un presidente que no ha evidenciado ningún respeto por la institucionalidad y que, en cada alocución o intervención en plaza pública, desorienta a los mandatarios locales y regionales sobre el destino del país.
Como defensor de la institucionalidad que prima en el país, es el momento de que dimensionemos lo difícil que es construir en medio de este escenario y por ende, que los líderes de las diferentes entidades territoriales, los alcaldes y gobernadores, con los pocos insumos que le brinda un país que aún permanece con un alto grado de centralización, se junten y hagan el mayor esfuerzo posible por construir un buen plan de desarrollo en un momento de crisis, al cual no se le ve pronta solución.
Así como hace cuatro años ningún gobernante estaba preparado para la crisis, en esta ocasión y con la tranquilidad institucional que ha caracterizado la historia reciente a Colombia, es posible afirmar que ningún gobernante estaba preparado para lo que estamos viviendo. Sin duda, que planificar en este momento difícil no es fácil, pero debemos sumar esfuerzos para que todos las alcaldías de todos los municipios del Cauca y la gobernación del departamento, realicen el mejor documento posible para los próximos 4 años.
