En la Biblioteca Pública Departamental Rafael Maya de Comfacauca se llevó a cabo. el conversatorio homenaje al escritor Arnoldo Palacios. Los ponentes Elizabeth Castillo, José Antonio Caicedo y Paloma Muñoz narraron su relación con el escritor chocoano y coincidieron en que lo conocieron durante un coloquio de literatura en la Universidad del Valle. Un reconocimiento a un escritor en el mes de la afrocolombianidad.
POR: REDACCIÓN EL NUEVO LIBERAL
En la Biblioteca Pública Departamental Rafael Maya de Comfacauca se llevo a cabo el viernes 24 de mayo a las 6 p.m.el Conversatorio homenaje al escritor Arnoldo Palacios, con los ponentes: Elizabeth Castillo, José Antonio Caicedo y Paloma Muñoz quienes narraron su relación con el escritor chocoano.
Cada uno fue exponiendo como había conocido al escritor afrodescendiente Arnoldo Palacios y en un acto coincidente los tres panelistas habían estado en una presentación que el escritor había hecho en uno de los Coloquios de literatura del Centro Jorge Isaac, de la Universidad del Valle, en Cali.
En un recorrido por la vida del destacado escritor, su trayecto comienza con sus primeros años como lector en la infancia, inmerso en la naturaleza de Cértegui, observando a su gente y su diario vivir. Estas experiencias tempranas alimentaron su imaginación y pasión por la literatura. A pesar de haber contraído poliomielitis de niño, nunca permitió que esta adversidad le impidiera cumplir sus sueños de viajar, estudiar y escribir.
Durante su juventud, el escritor se trasladó a Bogotá en la tumultuosa época de El Bogotazo. Fue en la capital donde se encontró con destacados intelectuales como Manuel Zapata Olivella, Diego Luis Córdoba y Rogerio Velásquez. Con ellos, forjó un pensamiento crítico y comprometido con las comunidades negras de Colombia, enriqueciendo su visión del mundo y su narrativa.
Su viaje a África marcó un punto de inflexión en su vida y obra. Allí, entendió de manera directa la historia y los procesos agro en Colombia, y tuvo la oportunidad de dialogar con grandes pensadores negros como Aimé Césaire, Franz Fanon y Léopold Sédar Senghor. Estos encuentros le permitieron profundizar en su comprensión de la diáspora africana y el impacto de la colonización, temas que se reflejarían poderosamente en su obra literaria.
Este viaje no solo expandió su conocimiento, sino que también reforzó su compromiso con la defensa de los derechos y la identidad cultural de las comunidades negras, convirtiéndose en una voz fundamental en la literatura y el pensamiento crítico colombiano.
También se conversó como Arnoldo Palacios En un encuentro casual en una de las calles de Bogotá, el joven escritor conoció a Manuel Zapata Olivella, un momento decisivo en su vida que marcó el inicio de su relación con destacados intelectuales afrocolombianos. Aquel día, mientras caminaba por la calle 11, el escritor, lleno de admiración y nervios, se dirigió a Zapata Olivella, para que le aconsejara como escribir su libro, quien le respondió con una sonrisa y palabras de aliento, pero contundentes: “Primero tienes que escribir, y después me preguntas sobre eso” le dijo Zapata Olivella.
Esta reunión no fue un evento aislado, sino parte de un proceso más amplio en el que el escritor, en su llegada a Bogotá, se encontró con una generación de influyentes pensadores y activistas como Rogelio Velásquez y Diego Luis Córdoba. A través de estas conexiones, se sumergió en un ambiente intelectual que se oponía a la discriminación racial y luchaba contra la opresión, especialmente en el contexto de las dificultades vividas por las comunidades afrocolombianas.
Estos intelectuales, muchos de los cuales estaban ligados al Partido Liberal, se convirtieron en una fuente de inspiración y apoyo para el joven escritor. Diego Luis Córdoba, por ejemplo, jugó un papel crucial en su desarrollo político, defendiendo la justicia racial y enfrentando la discriminación sistemática contra las personas negras en Colombia.
La relación del escritor con esta generación de pensadores se caracterizó por un profundo respeto y una búsqueda compartida de igualdad y reconocimiento cultural. Mientras algunos, como Manuel Zapata Olivella, se destacaban más que otros, todos contribuían a un ambiente de discusión y desarrollo intelectual que moldeó el pensamiento crítico del joven escritor. Entre sus obras se encuentran su novela muy reconocida “Las estrellas son negras”, “La selva y la lluvia”, “Buscando mi madrededios”. Además, sabía 13 idiomas que los fue aprendiendo en su recorrido por Europa y su vivencia en Francia en donde estuvo estudiando becado en la Sorbona de París,
Estos encuentros y relaciones no solo le proporcionaron orientación y apoyo, sino que también ampliaron su perspectiva, conectándolo con una red de intelectuales comprometidos con la causa afrocolombiana y la lucha por una sociedad más justa. Así, su estancia en Bogotá y su interacción con estas figuras fueron fundamentales en su crecimiento personal y profesional, consolidando su compromiso con la defensa de los derechos de las comunidades negras de Colombia. La profesora Elizabeth Castillo puntualizó que algo bien interesante de Arnoldo Palacios a pesar de haber vivido tantos años en Europa, todos sus textos hablan de su relación con su región de origen, del Chocó y su realidad social y cultural y eso se ve claramente en su libro “Buscando mi madrededios”.
Arnoldo Palacios Foto video
Foto El Nuevo Liberal
Agrupación musical del paçifico, Marea. Foto El Nuevo Liberal
