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El poder de las emociones

Por Astrid Villa Doria

Hace poco hablaba con una de mis pacientes sobre una decisión importante que debía tomar. Uno de los obstáculos para hacerlo era el precio del dólar en ese momento. Así que le pregunte: ¿Puedes llamar a Wallstreet a preguntar cuando baja el precio o puedes hacer que baje y así tomar tu decisión? No. La mayoría de las veces estamos pensando en las circunstancias, es decir, lo que no puedes controlar. No podemos controlar las circunstancias: el precio de las monedas, la bolsa, la economía del país, las decisiones del presidente o el nuevo orden mundial.

De lo único que podemos tener control es de nuestro pensamientos y emociones, así que mejor ¡ocúpate de ellos! Mientras más mires hacia afuera, entre más circunstancias en el mundo exterior observes y sobre ellas bases tus decisiones, más difícil se vuelve el camino.

El problema no está allá afuera. Somos nosotros, si vemos problemas a través de nuestros pensamientos. En vez de ver afuera, observa con curiosidad tus pensamientos: ¿Por qué estoy pensando esto? ¿De dónde vienen estos pensamientos? ¿Si me permitiera ver la situación desde otra perspectiva, donde no sienta afectado, qué pensaría?

Hoy quiero mostrarte cuál es el origen real de tus emociones y como puedes empezar a cambiar la manera en que sientes.

Tendemos a creer que las emociones provienen de nuestros instintos y que por lo tanto no podemos controlarlas. Creemos que el corazón y la razón funcionan aparte y que son como el agua y el aceite. Que hay emociones que la razón no puede entender y razones que los sentimientos no pueden seguir.

La emoción es una vibración en nuestro cuerpo producida por un pensamiento.

Nuestros pensamientos son los creadores de emociones. La manera en que pensamos de algo se ve reflejada en nuestros sentimientos. Un ejemplo es cuando alguien cercano a ti muere te sientes triste. Ese sentimiento viene de la manera en que piensas de esa persona. Si la considerabas una persona excepcional, quien te trataba bien y con quien tenías una gran afinidad, es obvio que te vas a sentir mal. Pero si muere alguien que no conoces no puedes sentirte mal por ello.

La muerte existe. Es un hecho (es neutral) que no podemos cambiar y que todos vamos a experimentar. La muerte no es buena ni mala, simplemente existe independientemente de que la deseamos o no. Es neutral, es dolorosa cuando muere alguien que amamos, pero si es alguien malvado nos da alivio. Cada día mueren miles de personas, pero no te sientes triste por todas ellas, es imposible.

Lo mismo sucede con el dinero y muchas otras situaciones de la vida. Son neutrales. Pero una vez le asignamos una determinada idea creamos sentimientos sobre ellas.

Si piensas que el dinero hace malas a las personas entonces no te sentirás bien ganando mucho dinero o te la pasaras regalándolo. Si crees que el dinero es escaso entonces, gastar te dará muchos remordimientos.

Es decir, aunque es difícil de entender al principio, podemos escoger que pensar y por lo tanto escoger que sentir. Visto de esta manera te pones en total control de tus emociones y de tu vida.

Si piensas que el temor, el odio, la ansiedad son producidas por algo fuera de ti, por la pandemia, el divorcio o el desempleo, entonces te pones en el lugar de NO poder controlar tu emoción y entonces comienzas a escapar. Piensas que no puedes hacer nada para cambiarlos. Las personas desean sentirse mejor, pero piensan que deben hacerlo escapando de sus emociones.

Una de las mejores lecciones de mi vida ha sido entender que el mundo exterior no causa lo que siento. Son mis pensamientos sobre los hechos los que causan ese problema. Esto me ha ayudado a no reaccionar ante las situaciones (y crear más problemas), ya no me considero una víctima de las circunstancias ni creo que la gente pueda hacerme daño, necesitas entender tus pensamientos para aprender como sentirte.

1. Toma consciencia

¿Qué sientes? ¿Cómo se siente tu cuerpo con esta emoción?

Tomar consciencia de cómo sientes en esa emoción en tu cuerpo te ayuda a verla desde afuera y te centra en tu cuerpo.

ACCIÓN: Comienza analizando cómo te sientes con respecto a tu dinero, que emociones positivas y negativas te causa.

Analiza cómo te sientes con el dinero que tienes, cuando sales a gastar, cuando no puedes comprar eso que te gusta. El primer paso para mejorar tu relación con el dinero es tomar conciencia de las emociones que te produce.

2. Siente la emoción y entiende cuál es el pensamiento detrás de ella.

Hay emociones que hay que sentir para crear balance en nuestra vida. No podemos evitar sentir aquellas que consideramos dolorosas.

Necesitamos sentir nuestras emociones para liberar la resistencia. Cuanto más te resistas a una emoción más fuerte será en ti. “Si te resistes persiste”. Permítete a ti mismo dejar fluir la emoción por un tiempo (unos días) y luego comienza a analizar de donde proviene.

Una vez permitas sentir la emoción, acércate con curiosidad y compasión. La curiosidad significa preguntar, indagar. Compasión: preocuparte por tu bienestar. En vez de culparte y lastimarte por los errores del pasado que no puedes cambiar acércate a tus sentimientos con curiosidad para entender que pensamientos lo provocan y con compasión para saber si han sido beneficiosos para ti.

ACCIÓN: Si el dinero te preocupa porque sientes que tienes poco, pregúntate:

¿Qué me hace sentir preocupado por el dinero?

¿Qué pensamiento hay detrás de esta emoción?

¿Qué piensas de eso? ¿Es verdadero? ¿es útil?

¿Por qué lo piensas?

¿De dónde viene esa idea?

¿Me es útil este pensamiento?

¿Qué resultados he obtenido con este pensamiento?

3. Cambia tu manera de pensar.

Cuando piensas mal de una persona (que es arrogante, antipática o engreída) no te sientes bien con ella, la evitas o te produce mal genio verla. Pero si te das la oportunidad de conocerla, cambias tu manera de pensar y tu emoción. A eso es a lo que me refiero cuando te digo que los pensamientos crean emociones.

Así pasa con todo: las personas, el dinero, las relaciones. Cuando sientes algo que no quieres sentir es porque piensas mal de eso. Las circunstancias no son malas o incómodas en sí mismas. No son tus padres, tu pareja, tu salario o tu jefe. De ahí las peleas y las discusiones interminables porque creemos que hay que cambiar las situaciones o a las personas.

Pero yo sólo tengo el poder de cambiarme a mí, tengo el poder de escoger mis pensamientos y mis sentimientos, en vez de alegar, patalear e intentar cambiar al otro, detente por un instante, siente tu emoción, explica cómo se siente en tu cuerpo, analiza que pensamiento hay detrás de ella, decide que quieres pensar y sentir en esa situación.

La verdad, es más fácil cambiarnos a nosotros mismos que a las otras personas o los hechos. Tu solo no puedes cambiar la economía del país, ni los pensamientos de tu jefe o la mente de tu pareja. Pero si puedes elegir tus pensamientos y emociones sobre ellos y cambiarlos si así lo deseas.

ACCIÓN: Conviértete en observador de tus pensamientos. Mírate desde afuera y con neutralidad, sin juzgar. Analiza:

¿Quién sería sino pensara esto?

¿Qué prefiero pensar de ahora en adelante?

¿Cómo deseo sentirme?

Saber detectar el origen puede ayudarte a cambiar de pensamiento y por lo tanto lo que sientes cuando lo vives.

Una vez hayas hecho este ejercicio puedes sentarte con tranquilidad a pensar en qué emociones deseas sentir y que pensamientos debes tener para llegar a ellos.

Practica añadir nuevas emociones, emociones que normalmente no tienes. Aprende a aceptar las emociones negativas y experimentar nuevas formas de sentirte. Recuerda que los sentimientos crean acciones y las acciones resultadas.

Experimentar un sentimiento es diferente a reaccionar (pelear, gritar o llorar). Deja que la emoción este ahí y deja que se extinga. Si estas teniendo esta emoción más del 50% del tiempo significa que no estas manejando tu mente adecuadamente. Trabaja en limpiar tu mente.

Verás cómo comienzas a tomar otro tipo de decisiones, a convertirte en una persona diferente.

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