La ruta migratoria entre Colombia y Panamá una vez en el Golfo de Urabá, un camino plagado de peligros y desafíos por donde miles de personas se aventuran a través del Darién por llegar a Estados Unidos, en lo que reconocen como una medida desesperada
Por REDACCIÓN EL NUEVO LIBERAL
El Tapón del Darién, una espesa selva tropical que abarca aproximadamente 100 kilómetros entre Colombia y Panamá, se ha convertido en una de las rutas migratorias más temidas y peligrosas del mundo. Durante el primer semestre del año 2023, un cuarto de millón de migrantes se aventuró a cruzar este territorio inhóspito, cifra que igualó la totalidad de migrantes que realizaron esta travesía en todo el año anterior. Para ponerlo en perspectiva, esta cifra supera los 60,000 migrantes que se arriesgaron a cruzar el Mar Mediterráneo en el mismo período.
El objetivo de los miles de personas que se aventuran a través del Darién es llegar a Estados Unidos, en lo que reconocen como una medida desesperada. Sin embargo, este camino está plagado de peligros y desafíos, además de requerir al menos $500 dólares para financiar el cruce.
El viaje comienza en Necoclí, un municipio en la región de Urabá, al noroeste de Colombia, donde diariamente convergen miles de migrantes, incluyendo adultos y menores de edad, muchos de ellos sin compañía. Durante los primeros cuatro meses de 2023, más de 25,000 niños cruzaron el Darién, ya sea solos o acompañados de sus familias, lo que representa un aumento significativo en comparación con el año anterior.
Entre los migrantes que atraviesan el Darién, aproximadamente el 24% son venezolanos que no pudieron costear el pasaporte de su país, cuyo precio es tan prohibitivo que lo consideran imposible de pagar. También se encuentran migrantes de Ecuador, Haití, Afganistán, China y Somalia.
Una vez en el Golfo de Urabá, la puerta de entrada al Tapón del Darién, los migrantes enfrentan ocho horas de caminata hasta llegar a un campamento a escasos siete minutos de la frontera con Panamá. Durante este trayecto, la mayoría se encuentra con grupos paramilitares a quienes deben pagar para que les permitan continuar.
Para aquellos que logran pagar la tarifa para cruzar a Panamá, el viaje continúa con un trayecto de seis horas y media río arriba hasta la zona de Come Gallina. Sin embargo, este tramo es extremadamente peligroso, con registros de hasta 258 muertes de migrantes en 2018 mientras cruzaban el río.
Una vez en Bajo Chiquito, un pequeño caserío a 45 minutos río abajo, los migrantes encuentran algunos servicios básicos, como puestos de primeros auxilios y acceso a internet por un costo de un dólar por 20 minutos. Es aquí donde aquellos que logran cruzar se comunican con sus familias.
La última parada en esta ardua travesía es Lajas Blancas, donde la ONU ha instalado un campo de refugiados. Desde aquí, la policía local ofrece autobuses por $40 dólares que llevan a los migrantes a la frontera con Costa Rica, una de las cinco que deben atravesar para llegar finalmente a Estados Unidos.
Atravesar el Tapón del Darién, apenas la primera fase de su viaje hacia Estados Unidos, implica un costo cercano a los $500 dólares y la asunción de una serie de riesgos mortales en la selva. Sin embargo, para muchos migrantes, esta sigue siendo la única opción en su búsqueda de una vida mejor.
