El tema de señalamiento de la participación de la vicepresidenta Francia Márquez en un ritual que fue calificado como “brujería” por algunos medios de comunicación, acusándola de haber participado en un ritual en Popayán en el encuentro con los Cafeteros del Cauca. Porque la vieron “dizque” participando en una ceremonia en frente de un círculo de flores y velas, acompañada de música de fondo, generó críticas y cuestionamientos hacia la alta funcionaria.
Y a pesar de que ella desmintió los señalamientos, seguían vociferando en la ignorancia dichos medios de comunicación. Quiero contribuir con mi reflexión para que conozcamos de qué trata esta instalación performativa que vienen desarrollando las mujeres desde hace años en los encuentros, seminarios o eventos organizativos en nuestro país.
Ese ritual de velas y flores es utilizado por las mujeres en los velatones por los desaparecidos, por la víctimas de feminicidio y del conflicto armado, y porqué no, también para exorcizar “los demonios del patriarcado”. Porque desde hace muchos años se ha ido implementando esta instalación o performance destacando la interacción de lo espiritual, lo religioso, lo cultural y lo político. Las críticas y cuestionamientos hacia Márquez reflejan el desconocimiento de ciertas prácticas performativas que emplean las organizaciones de mujeres y muy seguramente esa instalación en el encuentro la hicieron las mujeres cafeteras participantes del evento, porque ellas sí saben de qué tratan las denuncias simbólicas que se hacen a través de estas performativas artísticas culturales.
Y es importante reflexionar sobre cómo nuestras interpretaciones y valoraciones están condicionadas por nuestras propias perspectivas culturales y sociales. La respuesta visceral ante lo que es percibido como “brujería” resalta tensiones arraigadas en nuestra comprensión del mundo y la identidad.
En un contexto donde lo racional y lo científico han predominado siempre como la gran verdad, nos incomoda cuando empezamos a reconocer que en nuestras culturas hay otras visiones de mundo. Recordemos la historia de la persecución a las mujeres sabias como fueron perseguidas y quemadas por dichos señalamientos. ¿Se les ha olvidado que la riqueza de la diversidad humana radica precisamente en la pluralidad de visiones del mundo y las experiencias espirituales?
El mito y el ritual, como formas de expresión cultural, ofrecen un medio para explorar dimensiones de la existencia que escapan a las explicaciones puramente lógicas. En lugar de descartarlos como meras supersticiones, podríamos considerarlos como lenguajes simbólicos que revelan aspectos profundos de nuestra humanidad compartida.
Para finalizar, dejo este cuestionamiento ya que por estos días andamos en la magia de la literatura y la naturaleza. Entonces ¿Cómo sí aceptamos los molinos de viento del Quijote? Si aún nos siguen conmoviendo la “magia” del caballero andrajoso de la Mancha y nos causa risa, pero eso nos muestra como su lucha contra los molinos de viento revela una desesperada verdad de su condición humana ¿Acaso se nos olvida la magia o “brujería” de la literatura?
