Por: Clara Inés Chaves R. (*)
Con los acontecimientos que se vienen desarrollando últimamente, parecería que estamos peor que cuando estábamos dentro del contexto de la Guerra Fría.
Los nuevos odios que están gestando en el mundo con su discurso neonacista como es el caso del presidente Milei de Argentina que en su escaso tiempo en el poder ya ha tenido varios conflictos internacionales con diversos países en Iberoamérica.
El caso de Trump es igual por no decir peor. Lo que significa que estamos retrocediendo en la historia y volviendo a la época de Hitler en la que algunos líderes además de los que acá menciono no solo se consideran los mesías sino superiores a los demás.
Ahora los jefes de Estado de algunos países no solamente gobiernan en sus correspondientes naciones, sino que hacen campaña internacional para acabar con el orden liberal mundial que tanto dicen que protegen, lo cual en la realidad no es así.
Pero como si fuera poco, no solamente exacerban el odio, sino que fomenta la polarización con su discurso popular algunos de derecha o ultraderecha, y otros de izquierda.
Lo curioso es que el orden internacional liberal pregona la democracia, la paz, las libertades y el respeto de los Derechos Humanos, es decir, el respeto por las reglas establecidas dentro de este orden basadas en el Derecho Internacional Público y demás tratados, comenzando por la carta de las Naciones Unidas y las instituciones que se crearon como por ejemplo la Corte Internacional de Justicia.
La doble moral impera y las normas se relativizan dependiendo del Estado que viola ese ordenamiento jurídico establecido dentro del orden liberal internacional, dándole así la razón a los opositores de este orden como es el caso de China y Rusia, por ejemplo.
Cuando se relativiza el poder de veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, se debilita la institucionalidad internacional y se envían mensajes contradictorios que no son aplaudidos por toda la comunidad global.
El caso más típico es lo dicho tanto por la Corte Internacional de Justicia como por el fiscal de la Corte Penal Internacional contra Israel que es un Estado, y por ende tiene responsabilidades tanto dentro de su territorio como frente al contexto internacional por ser una persona jurídica
Un principio inviolable es que las leyes son para todos por igual y son de obligatorio cumplimiento.
El hecho de que los Estados Unidos hayan protestado contra las órdenes de detención para el Primer Ministro de Israel (que como todos sabemos es su gran aliado) y el líder de Hamás, acusados por crímenes de guerra contra la humanidad, porque según el gobierno Biden el fiscal de dicha Corte no debería haber colocado en la misma posición a un Primer Ministro y a una organización terrorista, deja mucho que desear.
Para la Corte lo que tendría que importar sería la consumación del delito; si este fue cometido por gobernante de un país o por un grupo terrorista deben los dos ser penalizados, y por supuesto tiene más responsabilidad un jefe de Estado precisamente por su condición y sus deberes frente a sus conciudadanos y a los demás actores internacionales, en este caso el pueblo palestino.
Esta situación coloca a los Estados Unidos en una difícil posición, ya que ha apoyado a la CPI para investigar los crimines de guerra rusos contra Ucrania, lo cual parecería ser una contradicción que puede ser utilizada por Rusia en contra del gobierno estadounidense.
Así mismo los Estados Unidos defienden a Israel ante la Corte Internacional de Justicia, y ha vetado también una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU que solicitaba un alto al fuego de inmediato, con el discurso de que hacerlo perturbaría los esfuerzos por liberar a los rehenes retenidos en Gaza, como si la ley fuera negociable.
Recordemos que jurídicamente hablando si un Estado no cumple con las obligaciones del fallo de la Corte, se podría presentar el caso ante el Consejo de Seguridad el cual podría hacer recomendaciones, o indicar las medidas que deben de adoptarse para que la sentencia tenga efecto, pero como van las cosas, Estados Unidos hará lo necesario para proteger a Israel y evitar que se materialice que Palestina sea un Estado independiente, ya que ante el reciente reconocimiento de Estado a Palestina por parte de tres países europeos el gobierno Biden se opuso como si los países no tuvieran el derecho y la libertad de pronunciarse al respecto.
Por todo lo anterior, urge un cambio en el orden internacional liberal pero no al estilo de Rusia y China, sino cambiando el poder de veto, tomando acciones más inclusivas e igualitarias para todos los Estados que conforman la comunicad internacional y respetando ese ordenamiento jurídico global para que exista una verdadera confianza en la institucionalidad global, y sea está una manera de combatir los populismos y neonazismos que ponen en peligro la estabilidad mundial.
(*) Exdiplomática y escritora
