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Impacto de la tradición religiosa en la mente

Por LENNY Z. PITO BONILLA – @CreaciónpsicologíaXXI

Los payaneses tenemos la dicha de contar con una de las tradiciones religiosas más importantes a nivel mundial: La Semana Santa, cuyas majestuosas procesiones desde el año 2009, son según la UNESCO Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Una tradición que se celebra desde la época colonial y que ha marcado a todas las generaciones nacidas en Popayán hasta el presente. La vivimos desde la infancia hasta la muerte, es parte de nuestro ADN, nos acompaña siempre y la llevamos dentro del corazón a donde quiera que vamos.

Por experiencia personal y como psicóloga, sé que es muy elevado el poder de tal tradición en la mente y un factor fundamental de la formación del carácter de todo patojo por nacimiento o adopción. Su impacto intergeneracional nos determina sin duda alguna y hace parte de quiénes somos, como también de nuestra historia personal, familiar y social.

En realidad la denominada Semana Mayor es mucho más que un cumulo de solo rituales o costumbres, ya que seamos conscientes o no de ello, todo lo que la constituye son elementos estructurales que de una u otra manera, moldean nuestra identidad personal y colectiva, tienen influencia en nuestras emociones, determinan muestra forma de pensar y hacen parte de la constitución de actitudes frente a la vida como de comportamientos cotidianos.

Nacer, ser criado o vivir en la ciudad blanca de Colombia, es llevar dicha tradición en el alma; de domingo de ramos a pascua con sus respectivas misas, vivimos día tras día en función de las procesiones, que inundan las calles del centro histórico, la visita a los monumentos en las coloniales iglesias, el disfrute de los conciertos de música religiosa, el gusto por las artesanías, el lavado de los pies, el sermón de las siete palabras, con su reflexión sobre los últimos pronunciamientos de Cristo en la Cruz, la tristeza de su muerte el viernes santo y la dicha de la resurrección.

De otro lado, han quedado impregnados para siempre aquellos olores como ese muy profundo del incienso, atizado por las sahumadoras y los sabores únicos de la rica gastronomía payanesa, incluyendo al maní, maní, tan tradicionales como la traición misma.

Entonces nuestra tradición contiene aspectos profundamente arraigados, con valioso impacto sobre la mente de los ciudadanos y que, a la vez, conlleva grandes beneficios tanto emocionales como espirituales:

  • Conformación de identidad. Contribuye con la capacidad para comprender lo que somos en esencia, de donde venimos y lo que nos constituye en gran medida. Fundamental en la adquisición de estabilidad emocional y en la especial continuidad de valores humanos, religiosos y espirituales.
  • Marcado sentido de conexión y pertenencia. Crea lazos emocionales y afectivos de generación en generación, construyendo entre las personas vínculos familiares, de amistad y comunitarios, que permiten la cohesión social y el sentido de pertenecer a la comunidad payanesa.
  • Fortalecimiento del carácter. En medio de la tradición, se gestan condiciones de formación, educación e interiorización humana, a través de las cuales, se transmiten valores éticos, morales y culturales, todo lo que en conjunto también contribuye con la configuración del carácter, parte integrante de nuestra personalidad.
  • Estructura religiosa y espiritual. En específico nuestra Semana Santa es eje central de nuestra religiosidad, ya sea católica, de otra religión o diferente creencia religiosa, el tradicional suceso que vivimos todos, nos conecta con el Ser Superior. Y más allá, la ciudad para quienes en verdad experimentamos la esencia de estos días santos, es conexión con la dimensión espiritual e incluso lo vivimos aun si estamos fuera, por ello en cualquier lugar del planeta, un payanes vive en su corazón la tradición.

En medio de estos tan especiales días, los invito a reflexionar también sobre cómo hemos sido impactados, pero además beneficiados a nivel psicológico como payaneses, por nuestra tradición más significativa, familiar y previsible. Consideremos que ella, en este mundo complejo de constantes cambios y tanta incertidumbre, es un oasis de confort y seguridad, proporcionando tranquilidad y reconexión con nuestra paz interna. Apreciemos mejor, el papel que esta significativa época ha jugado en nuestras vidas y su influencia en las personas que somos hoy.

Reconozcamos con orgullo que nuestra tradición religiosa, pero a la vez Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, es un poderoso tesoro que influye en nuestro ser y un inigualable legado, para nuestros hijos y los hijos de estos.

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