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InicioCOLUMNISTASLenny Z. Pito BonillaIncertidumbre situación emocional silenciosa y dañina

Incertidumbre situación emocional silenciosa y dañina

Por LENNY Z. PITO BONILLA – @CreaciónpsicologíaXXI

Pensar en el futuro es parte de nuestra vida cotidiana, por la necesidad interna de conocer lo que va a pasar mañana, bajo la idea de anticipar sucesos y con el deseo de controlarlos, para que no nos tomen de manera sorpresiva.

Consideremos a la incertidumbre con sus dos caras, una motivadora, que lleva a confirmar aquello que captamos a través de los sentidos y que pensamos. La otra, como en todas las condiciones psicológicas es una dificultad, que incluso hasta puede a convertirse en algo insoportable, cuando se presenta con frecuencia o mayor grado de intensidad.

Al igual que el dolor, cada persona posee un nivel diferente de tolerancia, lo que es importante tener en cuenta porque dependiendo de ello, dependen también los recursos cognitivos para bajarla, equilibrarla y resolverla. Por ejemplo, durante la pandemia y en postpandemia los niveles de incertidumbre se dispararon en la población mundial en general; al no saber cuánto tiempo duraría, como la afrontaríamos, ni que pasaría con todas las áreas de nuestra vida, así cada día traía una inquietud nueva, algo que todos lo vivimos en mayor o menor grado. Como es un hecho reciente, nos permite recordar y comprender mejor de que se trata, además ver la forma de abordarla.

Nuestros recursos internos son una fuente inagotable para afrontar la sensación de incertidumbre, aquel desasosiego que nos limita e incluso en ocasiones bloquea. Entonces es nuestro deber auto conocernos, confiar en nosotros mismos y aprovechar al máximo los medios más adecuados, para trabajar sobre ella con eficiencia y eficacia antes que tome poder sobre nuestra mente, a tal punto que nos empiece a controlar, volviéndose un auténtico enemigo mental.

Analicemos las causas principales que general en nuestra alma incertidumbre:

  • Relación entre expectativas y realidad. Una cosa es lo que esperamos, planificamos y en efecto podemos realizar de acuerdo a nuestros recursos, pero otra es afrontar la realidad que muchas veces nos coloca en situaciones coyunturales o condiciones adversas.
  • Incoherencia entre lo que somos y los comportamientos. Muchas veces actuamos en contra o diferente a nuestra real esencia, pensamientos, sentimientos y valores, generando a nivel mental una disonancia cognitiva y mucha ansiedad.
  • Sobre información. Ante situaciones que sentimos desconocidas, no comprendemos o confunden, es natural que busquemos informarnos, algo que hoy día es muy fácil y está al alcance de todos. Sin embargo, a mayor conocimiento irónicamente muchas veces lejos de calmarnos y aparece la idea que todo va a empeorar o nada se va a resolver, conectando con otras emociones como ira, impotencia, miedo, angustia e incluso pánico.
  • Condiciones sociales. Esperamos que nuestro desempeño dentro de la sociedad se de manera constructiva y respaldada además por unas condiciones externas favorables, de estabilidad y apoyo. Las crisis, los conflictos, la inseguridad o las injusticias muchas veces se colocan como una barrera que rebasan nuestra capacidad de solventar, trayendo duda, malestar y desesperanza.

La incertidumbre siempre hace presencia y todos la experimentamos en algún momento, ahora bien, lo importante no es dejar de sentirla sino aprender a manejarla o buscar elevar su umbral para soportarla sin que afecte nuestra vida cotidiana.

Los caminos para lograrlo son múltiples y dependen de cada persona, sin embargo, podemos considerar algunos muy efectivos: Mantener el optimismo, los pensamientos positivos y la fe como convencimiento que todo tiene una razón de ser, aun en los momentos de mayor adversidad. Gestionar las emociones, por ejemplo, hacer del miedo una fuente de acción y no de parálisis, actuar a pesar o en medio del él. Superar la pasividad, convencernos que nuestro aporte es de gran significado por pequeño que lo consideremos y que todo en la existencia es cuestión de actitud. Afianzar valores cada vez más elevados. Unir esfuerzo, integrarnos como colectivo, generar una masa crítica a favor de la atención y la resolución.

No hay peor mal que el dejarnos abatir por las circunstancias que nos rodean ya que, como un cáncer psicológico, en silencio nos dañan, haciendo que la incertidumbre tome control de nuestra vida, familia y sociedad, convirtiéndose en un enemigo mayor que las mismas adversidades. Entonces recordemos que cuando el abatimiento nos azota, siempre aparecen para que hagamos frente, el poderoso aparato mental y la inexplicable fortaleza espiritual que nos constituyen.

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