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Iván Márquez, de la paz a la guerra y de vuelta a las negociaciones

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En una mesa de diálogos de paz, situada en Venezuela, la figura de Iván Márquez reaparece, marcando un momento crucial en las conversaciones entre la Segunda Marquetalia, disidencia de las Farc, y la delegación negociadora del Gobierno Nacional. Márquez, quien sobrevivió de manera casi milagrosa a un ataque en medio de enfrentamientos internos, se presenta ahora con una imagen que contrasta drásticamente con su pasado combativo. La prótesis que reemplaza su extremidad superior derecha y su forma de hablar, limitada y pausada, reflejan las cicatrices físicas y emocionales de una vida dedicada a la guerra.

Luciano Marín, conocido en su vida clandestina como Iván Márquez, es una figura que encarna la complejidad y las contradicciones de la historia reciente de Colombia. Su trayectoria desde un joven político prometedor hasta un comandante guerrillero revela los caminos tortuosos que puede tomar una vida marcada por la lucha armada y la búsqueda de la paz.

Ingresó a las extintas FARC en la década de los 80, en una época en la que la insurgencia se veía como una respuesta a las profundas inequidades sociales del país. Marín había despuntado como un político joven y elocuente, formado en el Seminario Menor de Florencia, donde casi se ordena sacerdote, y luego como profesor de Ciencias Sociales en su pueblo natal, Doncello. Su espíritu combativo lo llevó primero a la Juventud Comunista y luego a liderar causas sindicales, hasta que finalmente dio el salto a la insurgencia.

Como Iván Márquez, se convirtió en un comandante influyente dentro de las FARC, liderando el tercer frente y más tarde el Bloque Caribe. Su vida como guerrillero está llena de episodios de guerra, negociaciones fallidas y crímenes de guerra. Sin embargo, también participó en varios intentos de paz, siendo delegado en las mesas de Caracas y Tlaxcala en los años 90, y más recientemente, jefe negociador en La Habana.

El Acuerdo de Paz de 2016, en cuya negociación tuvo un papel crucial, parecía marcar el fin de su vida armada. Asumió una curul como senador de la República, pero en 2018, decepcionado por la implementación del acuerdo y presionado por las amenazas, Márquez volvió a las armas, refundando la disidencia denominada Segunda Marquetalia. Este movimiento, aunque pequeño en comparación con las FARC originales, sigue siendo un factor de inestabilidad en Colombia.

Recientemente, Iván Márquez reapareció en la mesa de diálogos de paz con el Gobierno Petro. La imagen de Márquez es muy distinta ahora. Este cambio físico y simbólico es una potente metáfora de los estragos de la guerra, no solo en su vida, sino en la de muchos combatientes y civiles atrapados en el conflicto.

Los diálogos en curso representan una nueva esperanza para la paz en Colombia, aunque los desafíos son enormes. La historia de Márquez, es un recordatorio de que, a pesar de las diferencias y las heridas, el diálogo y la búsqueda de la paz siguen siendo las únicas vías viables para superar décadas de violencia y construir un futuro más justo y pacífico para todos los colombianos.

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