Por Rodrigo Solarte – rodrigosolarte27@gmail.com
Somos seres de paz desde el nacimiento, siguiendo la imagen biodiversa de la naturaleza o Madre tierra, Pachamama y otras diversas cosmovisiones de nuestros primeros nativos o ancestros iniciales como especie.
El egoísmo como construcción cultural humana fue pasando lo de todos a pocos, ocasionando conflictos que han comprometido la convivencia entre humanos y los mismos territorios, llegando hasta la guerra a muerte por el poder sobre ellos.
El Cauca con su biodiversidad humana en territorios que van desde la Costa pacífica hasta los páramos, sufre con la violencia armada y la crisis climática acompañante del crecimiento industrial capitalista, mayor en otras regiones, que por ideología todo lo convirtió en mercancía, incluyendo las vidas de quienes las producen y usufructúan.
La historia demuestra que las sociedades al igual que sus territorios, son diversos pero unidos para poder subsistir y trascender por el trabajo humano cerebralmente pensado para ser ejecutado con mayor probabilidad de acertar para beneficiar a la gran mayoría de habitantes y vidas en general.
Está tan invertida la consciencia de algunos seres, que lo humano concebido conviviendo y solidario, ha llegado a idear las diferentes maneras de genocidio para exterminar al diferente u opuesto a tales intereses materiales o de conquista que excluyeron lo espiritual de ser humanos.
No hay unicausalidad en estas complejidades. Estructuralmente estamos dándonos cuenta de los macro y microefectos de la corrupción y las violencias que fueron transformando negativamente el Ser humanos, honestos profesionales y ciudadanos de bien.
Desde las familias y cada Institución, tanto formativa como capacitadora y empleadora de las múltiples labores y profesiones en ciencias, tecnologías, sociales, todas humanas, nos corresponde aprovechar oportunidades y talentos que el actual Gobierno del cambio va proporcionando y estimulando para las regiones tan postergadas y necesitadas como El Cauca.
Las tradicionales reacciones violentas para responder los malos tratos, van en contravía de la convivencia humana que se construye culturalmente desde las familias hasta la sociedad plural que conformamos.
Las escucha y el diálogo real entre diversos en conflicto, son medios humanos efectivos para la cultura de paz sincera y pertinente que necesitamos.
Desde la niñez se debe desarrollar el hábito de dialogar, antes y después del Yo_Yo de niñas y niños en proceso de ir definiendo individualidad y autonomía, que como ser social y sexual, definirán biológica y culturalmente luego: género, solidaridad y demás cualidades que nos deben caracterizar para el mejor vivir en comunidad y sociedad.
Las violencias con la niñez son todos maltratos que los adultos producimos y trasmitimos con el mal ejemplo, generalmente desde la familia y comportamientos posteriores en el medio cultural y económico que nos toque por necesidad o escojamos.
Los extremos actuales ideologizados ven todas las violencias en El Cauca pronosticando la sinsalida de la situación, o el necesario regreso a la guerra que ha sido tan rentable para las élites, ahora del narcotráfico, la minería ilegal, reclutamiento de preadolescentes, adolescentes, jóvenes, y genocidas a su manera de las comunidades étnicas del campo caucano.
Lejos estamos del BUEN TRATO INTEGRAL que pregonamos para niñas, niños, adolescentes y sus familias, para PROGRESAR como humanidad civilizada con valores éticos y morales, pero los ideales de VIDA, PAZ, JUSTICIA, DERECHOS Y DIGNIDAD, son irrenunciables.
