Con cada paso, los jóvenes pichoneros honran la fe y la devoción, mientras se preparan para llevar el legado de la tradición en el futuro. Surgiendo de un episodio histórico en 1840 durante la Guerra de los Supremos en Popayán,
Redactado por Paloma Muñoz. Directora del Diario El Nuevo Liberal
En el corazón de la Semana Santa en Popayán, los pichoneros se destacan como las nuevas figuras que emergen en la escena de las procesiones religiosas. Estos jóvenes, muchos de ellos debutantes en la tarea, aspiran a convertirse en los futuros cargueros de las imágenes religiosas, portando con honor y devoción los pasos que simbolizan la fe y la tradición.
Los pichoneros se organizan bajo la dirección de los cargueros, quienes les asignan tareas según el peso y la logística de los pasos.
Para muchos de estos jóvenes, la experiencia de llevar los pasos del viacrucis es un paso más hacia su objetivo de seguir la tradición familiar y convertirse en cargueros de pleno derecho.
Con cada paso, estos jóvenes no solo honran la fe y la devoción, sino que también se preparan para llevar el legado de la tradición en el futuro, asegurando que las procesiones religiosas continúen siendo un pilar fundamental de la cultura y la identidad local.
Aunque en esta ocasión se vio en la Semana Santa en Popayán un hecho curioso, de un pichonero quien después de haber sido carguero tradicional de las procesiones, estaba pichoneado, se trata del exgobernador César Negret, quien compartió su entusiasmo en la oportunidad del pichoneo, Esta acción del Negret, nos lleva a recordar de dónde surge la denominación de pichonero.
Surge cuando en la noche del 14 de abril de 1840, en medio del tumulto de la Guerra de los Supremos que asolaba La Nueva Granada, se gestó un episodio singular en la historia de Popayán. Dos legendarios guerreros, también cargueros de La Dolorosa de ese día, desafiaron el peligro de la persecución gubernamental para cumplir con su deber religioso.
Los generales José María Obando y Juan Gregorio Sarria, líderes rebeldes contra el gobierno conservador de José Ignacio de Márquez Barreto, quien era presidente de la República de la Nueva Granada, decidieron no faltar a la procesión, asumiendo roles de cargueros en la calle del Mascarón. Aprovechando el uso de capirotes que cubrían sus rostros al estilo sevillano, tomaron los barrotes y se unieron al desfile sacro, reemplazando a dos cargueros.
El gobernador de la Provincia de Popayán Manuel José Castrillón, al enterarse del incidente, ordenó su captura al finalizar la procesión, evitando así un enfrentamiento con el pueblo partidario de Obando que alumbraba la noche en forma solemne. Sin embargo, los generales tenían una estrategia.
En un momento estratégico, tres cuadras antes de concluir el desfile, se apagaron todas las velas y se escuchó un grito, “¡pichón, pichón!”, señal convenida para que abandonaran la procesión, tomaran sus caballos y se dirigieran a las montañas. Así, los líderes rebeldes evadieron la captura.
Desde entonces, se acuñó el término “pichoneros” para referirse a aquellos que asisten en la saca y metida de los pasos de las iglesias, acompañando a los cargueros en su labor devota y vigilante. Este episodio histórico se convirtió en una pieza fundamental en la rica tradición religiosa y cultural de Popayán.
El exgobernador César Negret “pichoneando” Foto suministrada por Dairo Ortega López al Nuevo Liberal
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