La conmemoración del Día Nacional de la Memoria y la Solidaridad con las Víctimas del Conflicto Armado se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre las profundas heridas que ha dejado la violencia en Colombia. La campaña ‘Por las víctimas, 9 millones de historias para no repetir’ busca honrar la memoria de quienes han sufrido las consecuencias directas e indirectas de décadas de conflicto armado.
Sin embargo, más allá de los actos simbólicos y las promesas gubernamentales, surge la necesidad de una reflexión sobre el verdadero impacto de estas conmemoraciones. ¿Qué significa realmente recordar? ¿Cómo podemos evitar que estas historias de dolor se repitan en el futuro?
Es vital reconocer que la memoria no es solo un ejercicio de recordación pasiva, sino un llamado activo a la acción y la transformación. Es comprender que la reparación va más allá de indemnizaciones individuales y abarca la necesidad de construir un tejido social basado en la justicia, la reconciliación y la no repetición.
En este contexto, las acciones del gobierno en el 2024 deben ir más allá de los discursos y anuncios. Deben traducirse en políticas públicas efectivas que aborden las causas profundas del conflicto, promoviendo la inclusión social, la participación ciudadana y la garantía de derechos para todas las comunidades afectadas.
La no repetición del conflicto es un compromiso muy importante porque implica desmantelar las estructuras de violencia y desigualdad que lo alimentan. Requiere un compromiso real con la construcción de una paz sostenible, donde la memoria se convierta en un motor para la transformación social y la construcción de un país más justo y equitativo.
Porque las Garantías de No Repetición representan un componente fundamental tanto en la reparación de las víctimas como en la responsabilidad internacional de los Estados frente a violaciones masivas de derechos humanos y del derecho internacional humanitario. A diferencia de otras medidas de reparación que se centran en compensar a las víctimas individualmente, las garantías de no repetición están orientadas hacia la sociedad en su conjunto, con el objetivo de prevenir futuras vulneraciones y abordar las causas estructurales que subyacen a estos crímenes.
La dimensión preventiva de las garantías de no repetición responde a la obligación de los Estados de evitar nuevas violaciones a los derechos humanos en contextos de transición, donde persiste el riesgo de conflictos y abusos, esta dimensión cobra especial relevancia. Acciones como el desminado para garantizar la seguridad de las comunidades afectadas o la prevención del reclutamiento de niños y jóvenes en grupos armados son ejemplos concretos de medidas preventivas necesarias para evitar futuros sufrimientos.
En última instancia, esta conmemoración debe ser un llamado a la acción colectiva, donde cada ciudadano se comprometa a trabajar por una Colombia donde las víctimas sean reconocidas, la memoria sea valorada y la paz sea siempre un propósito de todos los días para todas y todos.
