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Shakespeare y su enigma

Por Víctor Paz Otero.

En un mes de abril como este, pero del año de 1616, se registra que murió el mas extraordinario y estremecedor genio de la literatura inglesa: William Shakespeare. Se cuenta que su muerte la produjo una fiebre repentina y maligna. Tenía 52 años y por una extraña y enigmática coincidencia ese mismo día moría en España también el máximo talento de la literatura castellana: Don Miguel de Cervantes. En ese fatídico día la poesía universal padeció luto y las mas bellas y esclarecedoras palabras del lenguaje humano guardaron silencio.

Curiosamente la vida del gran dramaturgo ingles esta rodeada de enigmas y de sombras y de muchas y desconocidas realidades. No son muchos los datos ciertos y confirmados acerca de esa existencia magnifica. Por eso mismo sobre su acontecer vital e histórico muchas y estrafalarias leyendas, en algunas de las cuales se ha llegado hasta negar que fuese el autor de esa pluralidad de obras maravillosas. Obras de pleno esplendor literario que han sobrevivido triunfantes durante siglos seduciendo la sensibilidad humana.

Una de las muchas de esas leyendas, acogidas por muchos y fundamentadas en razones algo convincentes, aseguran que no fue Shakespeare, sino BACON el autor de aquella obra casi inmortal. Este Bacon, que no era propiamente un hombre del teatro, sino el lord canciller, reconocido como sobresaliente estadista y como destacado filosofo en su época, dice la leyenda que prefirió ocultar su condición de autor posibilitando así que “UN OSCURO HISTRION, UN TAL William Shakespeare, asumiera la paternidad de esa obra desconcertante”. Desconcertante por el impactante y maravilloso universo temático que desplegaba antes los asombrados asistentes al espectáculo teatral.

Alegaban con pasión los Baconianos, que un simple actor teatral, como su lo era Shakespeare, no hubiese sido capaz de darle vida a tan asombrosos universos literarios, pues no podría haber poseído los múltiples y sofisticados conocimientos ni la compleja arquitectura conceptual y cultural encarnada y narrada en esa deslumbrante construcción literaria.

Existe casi una biblioteca completa escrita y de prepagada difusión acerca de esa extraña y desafiante polémica que ha convocado durante años a muchos eruditos ingleses y europeos acerca del enigma existencial y biográfico del Shakespeare.

Lo cierto es que hasta hora no se ha conseguido encontrar ni siquiera una carta autógrafa del gran escritor. Su primera biografía solo vino a publicarse en el año de 1709.Pero igualmente, existen muchísimas biografías. formales y convencionales, donde la vida del gran poeta es narrada con presumible y minucioso acopio de información y de detalles sobre su terrenal e histórica existencia.

En dichas biografías se cuenta que su padre fue un señor llamado John Shakespeare, del que se decía era hombre de posición acomodada, labrador y comerciante en la ciudad de Stratford-on-Avon, situada en el propio corazón de Inglaterra, donde dicho señor fue magistrado. Se dice también, que su esposa, la madre del poeta, al parecer procedía de familia excelente. Que en dicho hogar aprendió William su cortesía y los buenos modales. Pero que cuando el padre sufrió una irreparable quiebra en sus negocios, no pudo continuar pagando los gastos que demandaba la educación del hijo y por consecuencia este empezó a tener una vida díscola, irresponsable y desordenada de la que poco se conoce, pero de la cual mucho se inventa.

Se cuenta también que se caso a los 18 años, con la hija de un aldeano vecino, llamada Ana Hathaway, mayor que el en ocho años y que al contraer matrimonio ya estaba en estado de embarazo. Que hubo William, para mantener su familia, ejercer de maestro en una escuela hasta 1586, año en que partió para Londres en busca de mejor futuro.

En el Londres de aquel tiempo. La ciudad tenía más o menos cien mil habitantes. Y se les tributaba un culto apasionado y entusiasta a las representaciones del Teatro. Existían y funcionaban donde tres de ellos considerados de primera clase y varios otros de categoría diferente.

En 1594 el joven Shakespeare se incorpora a una compañía teatral y a partir de ahí empieza a escribir esa obra, donde casi todos los seres del universo han encontrado fascinación y magia para pensar y reflexionar sobre la compleja y casi siempre inabarcable condición humana arrojada al drama y a la trama laberíntico de la historia. Desde ese teatro el gran dramaturgo hubo de decirnos que la vida es una farsa narrada por un idiota. Y también nos puso a reflexionar que ser o no ser es el problema.

Si no existiese la obra de estos dos inmortales, Shakespeare y Cervantes, que tal vez por designio de una deidad irónica murieron el mismo día, tal vez la historia humana sería más pobre, más triste y más trágica.

Cuando la leyenda le negó a Shakespeare la autoría de su obra magistral, vale recordar un aforismo de Oscar Wilde: “El artista es el que crea cosas bellas. Dar a conocer el arte y ocultar al artista,es la finalidad del arte”.

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