The Plush Ripper

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Por Gustavo Adolfo Constaín Ruales. X@moldergc

Capítulo I_57.

Wolf Creek Nuclear, El desastre nuclear en suelo americano. Capitulo II.

Después de haberse hecho al control de la planta nuclear Wolf Creek, Shirley se tomó su tiempo para calcular cuántas personas podría matar en un desastre nuclear directo, y cuántas más podría afectar y matar después por culpa de este desastre. Como siempre, todo se reduciría a un accidente fatal producto de la negligencia humana.

La I.A. V.A.C.I.O le planteaba varios escenarios, desde un accidente menor controlable que solo pasaría del susto hasta una tragedia de mayores proporciones que afectaría a todo el centro de Estados Unidos por miles de años, con pérdidas humanas y daños económicos elevadísimos. Un martes, por órdenes de Shirley, V.A.C.I.O empezó a manipular los controles de la planta nuclear Wolf Creek. Un pequeño apagón por aquí, un cierre de válvulas por allá, pero todo controlable físicamente.

Luego inició un test de seguridad en el reactor nuclear que simulaba pequeños cortes de energía eléctrica, con el fin de que el protocolo de emergencia permitiera la circulación del agua de enfriamiento del reactor hasta que los generadores de electricidad de respaldo entraran en funcionamiento. Los trabajadores de la planta, ingenieros y obreros, solo atinaban a pensar que se había activado un procedimiento, pero que volvía a apagarse: – “un error de software que se quedó en un bucle”-, les dijo el encargado directo del reactor nuclear a los operarios, – “nada de qué preocuparse”-.

Desde su laptop, Shirley hundía una y otra vez la tecla Enter, que era la que producía la falla en Wolf Creek, pero algo pasó y se perdió el control desde su computador personal. Un chip defectuoso, una rutina de software, -nunca se sabrá- originaron las inestabilidades y se produjo el calentamiento excesivo del núcleo del reactor nuclear, seguido de explosiones y un incendio que emitió niveles de gases radiactivos muy elevados. Los estados de Kansas, Nebraska, Colorado, Oklahoma e Iowa fueron perjudicados.

La explosión del reactor mató a 50 personas que estaban allí revisando los protocolos que se habían activado. La liberación de gases tóxicos fue 700 veces más que la liberada en las bombas atómicas arrojadas en Japón en la Segunda Guerra Mundial. Más de 300 bomberos fueron hospitalizados luego de haber acudido a la emergencia y 170 de ellos murieron por la radicación recibida. Más de 15 millones de personas fueron afectadas en total.

Cientos de liquidadores en las labores de limpieza quedaron afectados de por vida por la exposición. La zona de exclusión fue de 100 km de radio alrededor de la tragedia y se evacuaron 4 millones de personas. Las consecuencias de la exposición de la población afectada a los elementos radioactivos eran incalculables, aunque se pudo prever que, siendo optimistas, un millón de personas podrían morir en el futuro.

Fue un desastre ecológico de grandes proporciones: se construyó una “tumba” para cubrir el reactor y aislarlo. La zona aledaña fue declarada “Zona Muerta”, y permanece vigilada permanentemente para evitar saqueadores y vagabundos. El lago que le daba nombre a la planta quedó contaminado y siete millones de personas vivieron en terrenos infectados.

A pesar de sus diferencias políticas y religiosas, esta tragedia unió al pueblo estadunidense como nunca; como dice el adagio, la tragedia une más que las alegrías. La violencia generalizada en Estados Unidos por culpa de las armas, las drogas, las mafias y la trata de personas disminuyó considerablemente: no hubo asesinos seriales, ni sectas destructivas durante un largo periodo. La tragedia que afectó a millones de seres humanos disminuyó de alguna forma este otro tipo de dolor, pues cada americano al que se le preguntaba tenía amigos y familiares en la zona afectada. Luego de la tragedia, se unieron como un solo hombre, más que después del ataque del 11 de septiembre de 2001.

Un escenario de terror no pensado ni en los cuentos salvajes de Edgar Allan Poe, H.P Lovecraft o Stephen King. Estados Unidos quedó como un paria ante la Comunidad Internacional. Lo profetizado acerca de la caída de la gran Nación y el advenimiento del Anticristo parecía estarse cumpliendo.

Los propios negocios de Shirley quedaron afectados y tuvo grandes perdidas, pero, con su hipocresia de siempre, fue a una zona apartada de la zona cero a hacer presencia con su empresa llevando ayuda en forma de medicamentos, agua, comida y dinero. Algo de la conciencia que aun tenía la atormentó por esta perversidad.

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