Por: Jesús Alberto Aguilar Guerrero.
Terminando la semana de pascua, después de unos días de devoción, recogimiento y oración el departamento de Cauca, fue objeto del asedio de grupos armados ilegales GAI, en municipios como Piendamo, Suarez, Cajibío y Argelia; hecho este que ha sido repudiable por las autoridades civiles, militares y eclesiásticas, además de la sociedad civil, que viene clamando consecutivamente la pacificación para el territorio caucano, que por muchas décadas ha sido considerada como una zona roja y que ya requiere de una tranquilidad merecedora dentro de los programas de la tan anunciada PAZ TOTAL.
Entre la zozobra, se debaten algunas zonas, cuando los efectos de los enfrentamientos armados se han ido extendiendo paulatinamente, e incluso podrían replicarse en municipios del centro y oriente de Cauca, tanto por la cercanía de los límites geográficos como por el control hegemónico del disidente Estado Mayor Central EMC), que, ante la amenaza de perder territorio y fidelidades del liderazgo en general, han endurecido sus mecanismos de control social. Debemos tener en cuenta que la difusión, vigencia y promoción de los derechos humanos como deber integrador de la naturaleza humana y condición propia de cada persona es uno de los mayores avances de la humanidad; desde que en 1793 se promulgo en Francia la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, pasando por la Declaración Universal de los Derechos Humanos firmada en Paris el 10 de diciembre de 1948, avanzando cada año en el mundo para una consolidación de una conciencia sobre la obligación de reconocer y proteger de manera efectiva los derechos que a cada ser humano corresponden por el solo hecho de habitar en el mundo; lo que no se cumple en especial en territorio colombiano, cuando prácticamente estamos en “una guerra interna”; este grave escenario de riesgo en especial para los caucanos ha venido siendo advertido como lo constatan diferentes alertas Tempranas, que dan cuenta de un elevado riesgo de desconocimiento de los principios de precaución, distinción y proporcionalidad del derecho internacional humanitario (DIH); la zona en disputa se convierte en un lugar propicio, territorial y climatológicamente hablando, para la siembra de coca, por ende, para actividades conexas con la cadena de narcotráfico; por otro lado se afirma por parte de voceros del estado colombiano que es una de las tantas retaliaciones de los GAI, por lo golpes recibidos últimamente y por la recuperación de territorio realizado por las Fuerzas Militares de Colombia.
Este repudio por parte de la sociedad civil en especial cuando se cobran vidas de autoridades policivas, militares y civiles, son considerados como ataques indiscriminados que se encuentran prohibidos ya que no van dirigidos contra un objetivo militar especifico; como también aquellos que emplean un método o medio de combate que no puede dirigirse contra un objetivo militar especifico, o aquellos que emplean un método o medio de combate cuyos efectos no pueden limitarse según lo requiere el DIH; por consiguiente, en cada uno de esos casos, atacan por naturaleza objetivos militares y civiles o bienes de carácter civil sin distinción. En otros casos los ataques pueden ser indiscriminados, porque son mediante bombardeo empleando cualquier método y dirigido a zonas que contenga concentración de civiles y exista un cantón militar; también un ataque del que pueda esperarse que provoque de manera incidental perdidas de vidas civiles, lesiones a civiles, daños a bienes de carácter civil o alguna combinación de esos hechos que resulten excesivos en relación con las ventajas militares concretas y directas que se esperan en ese ataque. Amables lectores solo bastan esperar se nos haga el milagro en nuestro querido Cauca, reine la paz y el progreso de una region siempre azotada por la violencia y descuidada por los gobiernos de turno.
